Nochevieja helada...

 Último día del año. Se acabó. Adiós 2011.
 Este año la gente te desea 'Feliz Año Nuevo', como todos, claro, pero... (todo el día hasta mañana... ¡tiembla móvil tiembla! más vale que una desinstaló el Whatsapp, y entonces ya la gente con esto de la crisis se lo piensa más, porque soy "la amiga o familiar a la que le cuesta pasta").
 Pero este año cuando lo dicen suena con un tono un tanto irónico. Creo que es la primera Nochevieja en la que constato el pesimismo general que tiene la gente, y la verdad, es que la entiendo. Aunque me da mucha pena no ver un atisbo de esperanza, ganas de actuar, de moverse... ALGO. 
 La gente ya simplemente está "a vérselas venir, a ver lo que viene"... Y lo que viene se nota, se intuye, se presiente...
 En esta ciudad que me ha tocado nacer, y en la que siempre intento finalizar y comenzar el año, la gente no se viste de fiesta ni de gala: la gente SE DISFRAZA. Suelen ser disfraces temáticos organizados por las cuadrillas de amigos para ir todos igual; sí, como carnavales... Lo curioso es que en esta ciudad nadie se disfraza en esa fecha: elegimos el primer día del año para hacer 'el mamarracho'. 
 Porque sí, por los bares y zonas de copas te encuentras de todo menos personas. Depende de lo que haya sido la tendencia del año... (este año supongo que habrá muchos que se disfracen de Eduardo Manostijeras, o de Tijera directamente).
 Otra cosa es ponerse de acuerdo con la cuadrilla sobre el tema del disfraz, esa es otra. Así que suele pasar (suele pasar no, es que siempre pasa) que lo de ponerse de acuerdo, como nunca nadie está de acuerdo, se deja hasta última hora, cuando ya ves que te van a dar las uvas, las de verdad y al final una acaba aceptando lo que sea: pero algo.
 Este año me toca ser Cenicienta.... La verdad es que 'me pega': la han planificado en mi casa, hay quien trae hasta a su familia, tengo que organizarlo todo, liarme en la cocina, y encima el que me va a traer las lubinas me dice que aparecerá tarde porque "bah, eso en 20 minutos se hace". Yo voy a acabar huyendo pero sin baile... 
 No, no voy a poder huir, porque al final estaré a la una de la mañana fregando cacharros y platos por no hacerlo mañana.
De todas formas FELIZ 2012 A TODOS.

La llave de Navidad

 Siempre tengo dicho que las navidades sólo se viven plenamente en dos etapas de tu vida: una en tu infancia, cuando aún crees en la magia de los Reyes Magos (esa termina cuando te descubren el pastel, ya se fastidiaron las navidades y al que lanza caramelos ya hasta lo miras mal) y la otra cuando a ti te toca hacer de Reyes Magos, es decir: cuando tienes hijos, y en cierto modo tienes que hacer 'el paripé' para que ellos no pierdan su magia: todo el mundo tiene derecho a tener al menos una vez en su vida su momento de magia
 Yo no he tenido hijos (si salto ahora el "de momento" igual alguno se me asusta) pero sí he tenido padres.Y a estos padres la hija que les tocó en gracia era un tanto peculiar (más rara que un perro verde, que diría uno que yo me sé)
 Cierto año la llevaron a presenciar el recibimiento que hacía el alcalde de la ciudad a sus gloriosas Majestades para hacerles entrega de la llave de la ciudad, esa que permitía abrir todas las puertas de todas partes (bueno de todas partes no:sólo de mi ciudad; ojo, aquí que se preocupe en cada una su propio alcalde). Y una, al ver el tamaño de aquella llave (para que fuera visible por toda la chiquillería junto a padres allí reunidos en plena calle imaginaros las proporciones que debía tener la llave) enseguida fruncí el cejo (mi típica cara de miércoles) porque aquello NO ENCAJABA. 
 Que fueran Reyes sí, Magos también... pero eso de que esa llave abriese la puerta de mi casa, eso si que no colaba. Que no, que no... que eso no entra en mi cerradura, eso está claro. Además se la ha tenido que dar el alcalde, así que esa llave no era mágica.
 ¡Qué dilema madre mía! que yo estaba segura que ese año me quedaba sin regalos. Así que nada a pensar la solución al canto: resulta que en mi calle, como eso ya lo sabían sus Majestades, no iban a tener más remedio que venir  en sus carrozas tipo grúa elevadoras, y dejarme los regalos en el balcón que da al salón: era la única forma de poderle darle solución. ¿Y sabéis algo? que fui yo la que les dio la solución a mis pobres y sufridos padres. Asi que desde entonces, mis cajas de regalos siempre han estado en el balcón, haga frío, lluvia, marea, viento o tempestades.

Mi primer beso

 Hoy hace... (joe, de memoria estoy muy bien pero para hacer cuentas no tanto) ...17 años exactamente que me dieron mi primer beso. 
 Suelen decir que el primer beso nunca se olvida... y es verdad, he aquí la muestra, porque pasan los años y aún sigo rememorándolo... 
 Yo tenía 16 años, y fue a esa edad cuando comencé a salir los fines de semana con una cuadrilla de 'amigas' de noche por la ciudad. Eran "las guay" de clase, a mi me admitieron porque ese año me habían pedido ya salir 3 chicos (que a todos dije que no, lo siento...) y vieron que conmigo había 'un filón importante'... digo yo, porque yo no era tan pija como ellas, eso sucedió más tarde, como lo de fumar... Éramos las únicas que en las horas de recreo (porque eran compañeras de clase, estábamos en 3ºBUP) nos apartábamos del resto a fumar, mientras las demás seguían comprando chucherías en el kiosko de al lado (éramos "las guays", y ser "guay" es lo que tiene).
 Pues eso, lo dicho: cosas de la edad del pavo; época de la Super Pop, el Ragazza y el Vale (el Vale ya te introducía más en lo que se dice "temas sexuales"...¡es verdad!). Y es cuando al parecer te entra la tontería y las prisas por encontrar pareja, porque parece que si no tienes novio ya a esa edad (porque sí, a esa edad se piensa... se piensa raro, pero se piensa) nunca lo vas a encontrar (y es que ya te has leído tropecientos mil relatos en el Vale de mujeres que con 30 todavía no se atreven a dar el primer paso y se notan un tanto-cuanto desesperadas).
 Yo ya había rechazado a tres, no tenía mucho problema al respecto (ya a los 14 años se puede leer en mi diario que estaba "harta de pretendientes" porque no hacían mas que enviarme cartas), pero tenía una integrante de la "cuadrilla guay" que estaba loquita por el tipo más engreído de la ciudad, así que nos tenía toda la noche siguiéndole de bar en bar. Y el tipo lo sabía evidentemente porque aquello era descarado. 
 Por entonces en los bares sonaba la Pausini, que acababa de sacar su primer disco, y aquello ya se convertía en todo un drama: "Ya no responde ni al teléfonooo, pende de un hilo la esperanza mía. Yo no creí poder perder jamás así la cabeza, por él.....". Genial.
 El 'chico guay' de la que estaba mi compañera 'tremendamente enamorada', que ya no se imaginaba una vida sin él, estaba por entonces haciendo el servicio militar, así que os podéis imaginar con quienes salía él: con los compañeros de cuartel (entre nosotros, ahora que no nos lee nadie: menuda panda de elementos).
  Total que un día, el individuo sujeto motivo de atracción al que le seguía por lo visto media Pamplona, me acorrala en la puerta del local al que solíamos acudir ("La Kontxa" se llamaba por aquel entonces; no podía ser de otra manera, claro está). Y me salta:
- Mira Mar, si por mi fuera yo con quien saldría, sería contigo, porque tengo muchas ganas de hincarte el diente _ (si así era el individuo de claro, no se me olvidará nunca la cara que puse)_ Pero resulta que al que traes loco es a mi amigo Gabino -(ya el nombre promete, a que sí...)-. Así que si tú quieres que yo salga con tu amiga, tú tienes que salir con mi amigo.
 Conclusión: Chantaje emocional en toda regla. 
 La cuadrilla super-mega-guay, que enseguida se entera (porque éste ya se había encargado de hacer partícipe a ellas también el tema) no tardan en reaccionar:
_ Jo tía, tienes que salir con Gabino, porque si no, no eres una buena amiga. Si nos lo hubiera dicho a cualquiera de nosotras lo haríamos.
 Y mientras tanto 'la enamorada' del grupo sólo le faltó ponerse de rodillas (y una se siente medio-diosa de tener que decidir la situación). Total que al final me convencieron llegando a un acuerdo: 
- De acuerdo, yo salgo con él este finde, para que tú te des el gusto de salir con "tu principito" (el que tenía ganas de hincarme el diente, sí; pero a una le da pena la chica y esa parte no se la dice) pero a la siguiente CORTO.
 Gabino no era mal chico: era el gracioso del grupo, divertido, simpático... de San Sebastián, y se dedicaba a reparar barcos.Pero lo que se dice atracción por él, al menos por mi parte, no había. 
 Él estaba encantado cuando supo la noticia, tanto que me dio pena pensar lo que yo ya sabía de antemano. Así que aquella noche, cuando ya finalizó (y yo ya tenía hasta mi rosa y todo, porque sí, también había chinas por esa época...) y me dijo: "Ahora nos tendremos que besar, no?" (viva la espontaneidad del momento). Y no me quedó otra: a cerrar los ojos y que sea lo que dios quiera. Y así fue mi primer beso...
 Llegué a casa y se lo conté a mi madre: mamá, tengo novio y ya nos hemos besado... y me vio tal cara de consternación que su reacción fue abrir la nevera y darme una cerveza "para que se me quitara el mal sabor de boca".
Lo que ocurrió después, ya es otra historia..... pero no volví a salir con la super-mega-panda....

Delicadeza


 Perder la noción del tiempo observando la delicadeza y fragilidad de una pompa de jabón suspendida en el aire. Asciende, baja, flota entre susurros y juega a capturar pequeños rayos de luz que va transformando en complejos arcoiris de formas abstractas. 
 Pero al más mínimo intento de querer capturarla, un simple roce basta, y su efímera vida de naturaleza etérea, desaparecerá para siempre como por arte de magia.

Entre el sueño y la realidad

 Hoy he tenido un sueño de estos raros, no es que sea de estos surrealistas que no tiene una lógica coherente,  (como el día que soñé con alcachofas gigantes) pero si era raro porque no te esperas soñarlo. En realidad ningún sueño uno/a se los espera; me refiero a los de almohada (si el insomnio lo permite, evidentemente). Pero hay algunos que te causan mayor o menor impacto, precisamente por ese carácter inesperado.
 Ya sabéis que os entornos en los sueños suelen ser bastante fuera de lugar, o al menos no lo habitual. En esta ocasión yo me encontraba (hay que echarle un poco de imaginación al asunto) en una especie de enorme habitación de hotel, pero que no era sólo un dormitorio, era como si fuera un gran salón comedor... (incluso había una nevera, porque recuerdo que cogí una botella de vino). Y en esa habitación había reunida bastante gente (casi unas cincuenta personas entre amistades y demás; familiares por lo visto no invité a nadie). 
 Yo estaba a la espera de que apareciera alguien, que en la vida real es alguien que aprecio mucho, que por circunstancias de la vida, no nos hemos podido ver ya hace tiempo, pero en el sueño yo sabía que en esa ocasión si iba a acudir. Hasta aquí todo normal, todo bien. Lo que ocurre es que en el sueño, conforme iba llegando la hora, me entraba cierto estado de vergüenza o timidez. 
 Y es en esto que a los sueños les da por cambiar todo, caprichos del subconsciente, para ponerte en tesitura extraña de 'a ver cómo te las apañas' y de pronto estaba sin arreglarme, sin maquillarme, sin peinarme.. sin nada (resumiendo, lo que se dice muy poco presentable, con pijama, bata y zapatillas de andar por casa) y yo decidía recostarme en la cama, mientras la gente seguía 'a su bola' de fiesta por "casa".
 Es en ese momento que ya sabes que en el sueño va a pasar algo... De pronto se abre bruscamente la puerta, y aparece en escena ese alguien que yo os hablo, con dos o tres amigos más flanqueándole y armados con pistolas, que se sabía perfectamente que eran de fogueo, pero todo un golpe de efecto, que consigue que se quede la 'sala-cuarto-dormitorio' en silencio. Es cuando empieza a vociferar:
- ¡De aquí no se mueve nadie hasta que salga la anfitriona!
 Yo que lo estaba escuchando desde la cama pensaba: "Yo con estas pintas no salgo ni de coña" (ya sabéis, coquetería femenina). Pero él iba recorriendo la estancia, examinando una por una a las personas allí presentes, hasta que claro, llega un momento en que da con mi "escondite particular". Se me queda mirando y yo haciéndome la disimulada. Con cierto alivio al final noto que se aleja; alivio que dura poco porque en realidad se estaba haciendo el tonto. Vuelve a darse la vuelta, se acerca, se agacha y me dice al oído:
- ¿Vas a consentir que estén retenidos todos tus invitados porque no te atreves a dar la cara? _con un claro y evidente mosqueo encima.
 Así que me levanto, me disculpo con la gente y cuando me quise dar la vuelta para hacer lo consecuente con ese alguien, ese alguien ya no estaba: se había ido de la fiesta.
 Y es en esto que en el mismo sueño piensas: "por favor que sólo sea un sueño". Es esa sensación que una tiene todavía de querer arreglar las cosas, o tener esa oportunidad de deshacer algo del mismo que ves que has hecho mal. Y de pronto abres los ojos, y ves que SI todo ha sido un sueño, nada más. Y aunque no haya pasado nada, ni haya ocurrido esa escena, a lo largo de la mañana sigues teniendo esa sensación extraña de haber hecho algo mal...

Reciclaje

Hojas llenas de escritos, memoria de días pasados que se hacen presentes al volverlos a leer. Las ojeas, ya no hacen falta pero te da pena tirarlas. Entonces te viene a la mente aquello de que la materia ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma y se te ocurre: ¿Por qué no convertirlas en flores de papel? 

De cristal...

 No me gustan los espejos.Tiene cierta ironía porque quien visite mi domicilio familiar (sí, ese en el que pasas prácticamente toda la infancia y adolescencia) no va a ver mas que espejos por todas partes.Y no, no es que le cogiera manía a la madrastra de Blancanieves, es que sin más, no le tengo mucho cariño eso de ver mi imagen reflejada y que tu izquierda sea tu derecha y tu derecha sea tu izquierda (siempre los achaqué a que a día de hoy me cueste discernir la izquierda con la derecha sin tener que pararme a pensarlo).

 Mi casa es la casa de los espejos, desde el primer momento que entras al portal. Te diriges hacia el rellano donde está el ascensor (porque claro, eso de subir escaleras está ya pasado de moda, ni te lo planteas; a no ser que veas aproximarse a algún vecino un tanto plasta y no quieras coincidir con él en el ascensor... Sí, no disimuléis, todos lo hemos hecho). Y mientras lo esperas tienes a tu izquierda lo que es toda la pared, desde el principio hasta el final, llena de paneles de espejo. Así que ves perfectamente tu imagen esperando (porque el ascensor no suele tener la costumbre de estar abajo). Lo mejor es cuando vienes del hipermercado-supermercado cargada de bolsas en las dos manos, que te faltan manos para tantas bolsas, que no sabes si dejarlas en el suelo o qué hacer, y ves tu reflejo: todo un cuadro.
 Y ya por fin llega el ascensor. Se abren las puertas, escuchas un pitido y ooooohhh: el espejo de cristal. Las tres paredes que te van a rodear durante la subida son las tres espejo, de tal forma que como uno se refleja al otro y a ti te reflejan todos tienes tu imagen hasta el infinito y más allá. Yo prefiero mirar al suelo, pero hay quien se entretiene en contarse las veces que se ve repetido. Claro, eso depende de la duración hasta el piso al que subas. El récord hasta el mío creo que está en 17, pero también hay quien me ha hecho subir hasta arriba del todo sólo porque quería sacar la foto... (sí señor, para subirla al Facebook, lo habéis adivinado, porque hoy en día las fotos sólo tienen sentido para subirlas al Facebook u otra red social). Y ya como coincidas con dos personas allí dentro, eso parece toda una manifestación.
 Además el ascensor 'habla' y lo escuchas diciendo "Cierre de puertas. Subiendo". y te ves allí como si hubieras entrado en una dimensión desconocida, y vete tú a saber dónde aparezcas cuando se abran las puertas.
 Al final llegas (no sabes si has pasado directamente a otra realidad tal cual Alicia a través del espejo, pero llegas);abres (o te abren) y el recibidor tiene su espejo a la entrada, por si todavía no te has visto lo suficiente. Y poco a poco vas descubriendo que mi casa es toda un reflejo: el mueble bar del salón es todo espejo, la pared del fondo del pasillo es un espejo, en los baños el espejo del lavabo y el espejo de las mamparas, en mi cuarto infantil (el típico rosa con cortinas de encaje) las puertas de los armarios medias-lunas de espejo, las cabeceras de la cama...espejos... y así podría seguiros contando espejos hasta el infinito y más allá.
 Eso sí, el cuarto que por fin me dejaron a mi decorar a mi gusto (cuando ya llegas a la adolescencia y no te apetece seguir viendo muñecas de porcelana) no encontraréis ni un solo espejo ... y es azul, nada de rosa.

Ains, qué dolor...

 Recuerdo -o me lo cuentan- que cierto día de "aquellos maravillosos años" infantiles (con 4 años o así), me levanté de la cama, y con morritos, pucheros y ese gesto tan peculiar que se nos olvida 'poner' con los años, ese para dar pena (y no hablo del recurso de la lágrima fácil, ese toda mujer lo tiene en potencia aunque no todas lo usamos... Bueno, a veces), le dije a mi madre:
- Mamá, me duelen los riñones... :(
 Imaginaros la cara de circunstancias que debió poner mi madre... Y aunque sólo te conoce desde hace 4 años, te conoce como si te hubiera parido, claro, y ya va descubriendo un poco cómo eres y te sigue la corriente:
- A ver hija, tú dónde tienes los riñones...
- Aquí... 
¿O qué os habíais imaginado? Tantas veces de escuchar a mis padres quejarse de dolor de riñones (o lo que es lo mismo esa expresión que viene a decir "estoy doblao" y echarse las manos a la espalda en esa parte precisamente se supone están ubicados dichos órganos) para mí ya no existía otra clase de dolor.
 Posteriormente descubrí que existía también "el dolor de espalda", y ves que es una característica de todos los mayores, porque todos los mayores que conocías o coincidías en las visitas familiares, siempre siempre, había un momento en la conversación que acababan hablando de temas de salud, dolores y demás. Algo así como una especie de guerra personal que consiste en 'presumir' a quién le duele más una cosa u otra, y al final todos coincidían en el dolor de espalda (normal que luego acabara mi abuela, que también lo escuchaba todo, rebuscando en los cajones medicamentos varios, porque mi abuela tenía de todo en casa: como buena jubilada).
 Y un día, en estas visitas 'de mayores', te hacen la típica pregunta que a todos nos han preguntado alguna vez en la vida:
- Y tú de mayor ¿Qué?
- ¿Yo?... me dolerá la espalda.
Hoy me duelen los riñones...

Gotas

 No lo voy a negar siempre me han gustado los días de lluvia, es un fenómeno tan natural que de natural que es, me fascinan desde que tengo uso de razón. Es tan simple y natural como ver caer agua del cielo. Y es tan natural porque lo hemos vivido desde pequeños, porque estamos familiarizados, pero siempre le vi su magia al agua.
 Evidentemente siempre es más grato verlo desde casa, y ves a la gente correr, huyendo de algo tan natural como es el agua, lidiando con el paraguas, dependiendo si sopla viento, o está el día en relativa calma.
 Yo recuerdo - o me recuerdan- que un día de pequeña me despertaron para ir a la escuela y en la calle llovía, y muy seria y consternada, porque debía salir al exterior, le dije a mi madre, toda enfurruñada: Mamá ¿a que has cantado esta mañana? (y es eso que tus padres no saben te han ido enseñando en la escuela ,y los sorprendes con esa lógica aparente de la que intenta darle una explicación a lo que no se puede explicar)
 Y te ponen las katiuskas de plástico, por si te da por pisar los charcos y no acabar con los pies fríos, hieráticos, helados. 
 Y te acuerdas que cuando salía un día lluvioso, porque a esa edad todos los zapatos y botas varias se te han quedado pequeños de un año a otro, coincidías al salir de clase en la zapatería de al lado con las madres a la búsqueda de las katiuskas de plástico; esas mismas que te tenían el pie inmovilizado, tal cual zapato de cristal, de Cenicienta sin cristal, sin vestido de princesa, pero te permitían pisar los charcos.
 Otra cosa era ver la lluvia en casa, desde la ventana. Y veías estamparse las gotas en tu ventana. Cada una era distinta, no había dos gotas iguales. Las observabas deslizarse. Y jugabas a hacer una hipotética apuesta de carreras, y apostabas qué gota sería capaz de llegar la primera... Y la tuya se paraba en un zig-zag loco, galopante. Incluso le dabas golpecitos en la ventana para que fuera la primera; la primera en hacer charco en una tierra insospechada. Y a veces, no ganaba, otra se le adelantaba. Pero siempre caía otra gota más, completamente diferente y volvías a repetir jugada.

Azul

Siempre había pensado que el mar había sido pintado de un azul más intenso, para poder separar su visión del cielo. Así que fue a por su caja de acuarelas, tomó el pincel en sus manos, y comenzó a colorear su vida...

Biorritmos otoñales

 Estos días tengo este mi blog algo abandonado. No es cuestión de musas, ni de falta de inspiración, imaginación o como lo queráis llamar. Es simplemente apatía, en el sentido no de depresión -aunque también esté asociada- sino de cierta despreocupación-desmotivación producida por falta de energía al terminar el día (ya incluso al comenzarlo)
 Y es que noviembre siempre me ha afectado anímicamente hablando. Supongo que lo da el otoño: la falta de horas de luz que va aumentando conforme pasan los días hasta ya entrada Navidad (he dudado si poner "Navidad" con mayúscula o con minúscula, pero de esa época ya hablaremos en su época), el cambio de hora que todavía te descoloca aún si cabe más (que manía con quitarnos una hora de luz a la tarde, cuando más productivos estamos, y "dárnosla" por la mañana cuando todavía vas medio dormido y cuesta espabilarse, precisamente mínimo esa misma hora). Y es raro ya el día que ves brillar el sol, aunque sea de día, porque está el cielo nublado, gris y llueve a ratos. Vale, dependerá de vuestra ubicación geográfica, pero es de la mía en el norte, de la que os hablo.
 Y te afecta eso que alguien un día llamó biorritmos. La teoría de los biorritmos viene a decir que ya desde el momento en el que uno nace, se mantienen tres ciclos biológicos y son los que ya te van a marcar durante el resto de tu vida: uno es el físico, otro es el emocional y otro es el intelectual.
- Físico: es el que te da la energía esa que os digo yo que a veces te notas sin ella al acabar el día, que te sientes con agotamiento, sin fuerzas (me ha recordado de pronto al anuncio aquel del Cola Cao que salía Jesulín recomendando una taza antes de acostarse). Ese ciclo dura 23 días.
- Emocional: éste yo creo que en las mujeres nos afecta más, porque además dura 28 días, como el ciclo menstrual. Tiene que ver con los estados de ánimo, como ya os habréis imaginado. Lo optimista o pesimista que estés ese día (aunque también es verdad que yo conozco a gente pesimista ya por naturaleza, da igual el día, todo lo ve mal, imagina le va a suceder lo peor.. a esta gente la llamo yo "agonías", me estoy acordando de un amigo concretamente, cuyo nombre, evidentemente, no voy a dar). También es el que te hace que un día te haga más irritable de lo normal (lo que yo digo, como el ciclo menstrual).
- Intelectual: éste es el que más dura: 33 días, y tiene que ver con el razonamiento, las deducciones y la memoria (respecto a esto último..iba a decir algo pero ya no me acuerdo, debe estar el ciclo en su fase más baja). Es lo que te hace reaccionar cuando está en fase alta, y ahogarte en un vaso de agua cuando está en su fase baja, porque no ves solución a ningún problema (me estoy volviendo a acordar de mi amigo "el agonías", éste debió nacer con lso biorritmos en 'encefalograma plano').
 Pues eso, cuestión de ciclos vitales, y como entre los tres se mezclan, ahí puede resultar cualquier cosa en cuanto a estado de ánimo. Lo mismo hay días que te parece que te sale todo bien, o hay días que te sale todo mal, pero yo no sé por qué extraña manía de la naturaleza, no suele existir 'el término medio' (pocas veces).
 Hoy me ha dado por mirar cuál es mi biorritmo a día de hoy (hay muchas páginas en la red que te lo hacen; no me miréis así, que también hay quien sigue consultando su horóscopo, me puede la curiosidad) y me ha salido ésto:
Mi biorritmo del día 12/11/11
 Vaya... dos subiendo la montaña rusa y el intelectual bajando en picado, así que ya sabéis lo que toca: ser quejica hasta que acabe el mes y ver problemas por todas partes. De hecho abajo hay una leyenda que lo explica y me aconseja: "Resérvese para las actividades rutinarias y lentas. Descanse y realice sólo tareas poco exigentes". Yo lo interpreto algo así como: mira, mejor túmbate en el sofá, ponte una película y deja que transcurra ella sola, que al final ella sola se resuelve al final.


 PD: En realidad lo que me ha hecho más gracia del experimento este de los biorritmos es saber que llevo 12140 días vividos en este planeta (el número  que sale en la foto no son mis días sino los que se calculan desde el año cero hasta la fecha).

Piporreando...

 Me apetece comer pipas. Sí, es un antojo que tengo, por qué no. En realidad las pipas no alimentan, ni quitan el hambre, yo creo que es más bien una forma de mantener la boca y las manos ocupadas a la vez (qué inquieta es la vida humana). Además empiezas a comer pipas y ya no paras, es un acto ya repetitivo-compulsivo.
 Mis favoritas son las pipas Facundo, éstas que ya llamas "las de toda la vida". Porque quién no conoce esas pipas... Y no es que esté ensimismada por la marca, ni me deje influenciar: es que no sé "cómo hacen" esas pipas, pero no saben igual.. y las otras que te venden, tampoco son tan largas ¿Será cosa de los girasoles? planta curiosa donde las haya, siempre siguiendo al sol (un día 'cogí prestado' un girasol de un campo -es que decir "robar" suena bastante mal- y no veáis lo que pesa la flor; en pocas palabras: que rompió el jarrón de cristal).
 Además era algo que siempre comprabas de pequeña con la paga de los domingos: el chicle, las gominolas y la bolsa de pipas, ya que, aparte del chicle, era lo que más duraba. Y por entonces venían en bolsa de plástico, y la abrías de un 'dentellazo'; no te parabas con las manos a abrir la bolsa, ni mucho menos a buscar unas tijeras, porque lo suyo era comérselas en la calle, sentados en un banco o en el bordillo de la acera (el lugar era lo de menos). Es que no sé qué manía les ha entrado ahora por vender las cosas en envases metalizados, si a nosotros nunca nos ha pasado nada... ¡Con lo manejables que eran las bolsas de plástico!. Y sí, claro, las de ahora ya sí las abres con las manos (corres riesgo de quedarte sin dentadura como intentes lo contrario).
 Y yo no sé si os acordáis del momento en que te dejaron comer pipas por primera vez, porque claro eso era algo prohibitivo por si te atragantabas. Y veías a tus padres comer pipas y tú también querías. Así que tu padre o madre tenía la doble tarea de pelar una pipa para sí y otra para ti: y tú tan feliz, te tomabas eso, pero tampoco le veías la gracia a la semillita en cuestión. Yo creo que más bien cuando le pedíamos pelarnos las pipas a nuestros padres era por tenerlos 'engorrosamente' ocupados (las malicias infantiles también existen, no es todo inocencia, no)
 Luego llega un momento en que ya supongo que el engorro es tal que intentan que tú aprendas, y claro, al principio intentas lo más fácil: meterse la pipa en la boca y masticarla y sea dios lo que quiera como salga. Y claro, acabas perfeccionando la técnica: la técnica de escupir cáscaras. Y sí, bueno, ya la pipa te sabe algo más salada, pero tampoco le ves su particular gracia. Eso es como cuando intentas aprender a hacer pompas con el chicle y la mitad de las veces acaba para desconsuelo propio, el chicle en el suelo... (lo prometo, jamás he cogido un chicle del suelo; bueno vale, sólo una vez que no me miraban).
 Al final acabas aprendiendo a sujetarlas con la mano y dar con el 'click' de la cuestión (cuestión de dientes). Y ya te vicias. Es como lo de tener el cigarro en la mano, pero más sano. Y de pronto te salía un palito en la bolsa y.. ¡oh dichoso palo!, no le ponías una queja al servicio de atención al cliente por aquello. Te parecía un premio (al igual que el cromo de rigor en la bolsa de patatas) y además sabías que podías pedir un deseo. Si partía el palito y salía blanco se cumplía; negro, nada (tranquilos, que siempre salía blanco).
 Y todo esto a que hoy me comentaba un amigo que en lugar de pasárselo pipa, se lo iba a pasar teta... Pues yo me voy a pasar a las pipas (de tetas mejor no hablamos).

Sintiendo...

Y como la luz directa del sol le dañaba los ojos, optó por bajar la vista. Fue entonces, y sólo entonces, cuando pudo contemplar cómo la luz se filtraba alegremente a través de los pétalos de una delicada flor, materializándola en colores. Se agachó, la observó y pensó lo cerca que había estado de morir aplastada bajo sus torpes pies en la osadía de haber querido centrar su mirada sólo y exclusivamente en el astro rey.

Olas de Mar

 Mar nació con nombre de oleaje y así llegó a ser Mar. Una marea a la que le influye la luna llena, que viene, que va, que arrastra, que mueve la arena a su paso, que deja conchas en la orilla, burbujea y hace espuma, se convierte en ola, llega y se va... y así es Mar.
 Sencilla y natural como el agua misma, cuya gota en sí no parece nada pero consigue reunir más de mil gotas a su alrededor, que sin ellas tampoco sería nada, hasta llegar a conseguir formar como el mar, su propio mar. 
 Decide evaporarse en nubes en ocasiones y cuando lo considera (quién sabe el motivo o la causa) deja derramarse en agua para respiro de una tierra seca y volver a llenar caudales (resulta prepotente lo sé, y ella también lo sabe).
 Pero sigue volviendo al mar, y como la misma naturaleza que el mar posee, a veces se agita, se remueve y hay oleaje. Otras, está en calma y se puede notar la brisa y disfrutar de un relajante paseo en barca.
 Es reflejo de ese azul del cielo que nadie sabe a ciencia cierta si es el cielo azul por el mar, o es el mar azul por el cielo; y ese reflejo solar que a veces gusta observar pero otras quema. 
 Y sigue guardando sus misterios submarinos dentro: peces insospechados, vegetación en forma de algas, restos de un naufragio... Y entonces entiende la gente que por algo, se llama Mar.
 Nunca me gustó mi nombre, pero sigo y seguiré siendo Mar.

Sueño de otoño

 29 de octubre y notas ya el otoño casi invierno en la ciudad. Es esa sensación cuando abres lo ojos de noche-madrugada; cuando abres los ojos y al principio, desubicada, no sabes si acabas de despertarte o acabas de echarte a la cama.
 Miras qué hora es, y son las 5; pero es la misma sensación nocturna... da igual si son las 7 de la mañana como de la tarde, es la misma luz nocturna, como si el sol se apagara. 
 Te das cuenta que te has olvidado de cerrar la ventana antes de acostarte, porque es tu costumbre tenerla abierta, como si una estuviera a la espera de un Peter Pan imaginario buscando su sombra, esa que siempre todos, y no sólo él, pierde de noche.
 Percibes el frío matutino y sientes los pies helados. Te has acostado con los calcetines puestos, pero alguno se ha perdido entre las sábanas. Y recuerdas que alguien te comentó un día que si tienes los pies fríos es imposible dormir.
 Y llega un momento, cuando ya poco a poco ese frescor helado te va espabilando, que no sabes si buscar el calcetín perdido por las sábanas o directamente incorporarte de la cama a cerrar esa ventana; porque hace frío y sigue siendo de noche.
 Al final decides levantarte de la cama, con ese pie derecho que aún guarda su calcetín intacto, andas de puntillas y cierras la ventana. Y en lugar de buscar el calcetín perdido optas por deshacerte de él y buscar otro par de calcetines (ya lo buscarás a la mañana siguiente). Y te vuelves a refugiar en la cama, y te cubres casi hasta las orejas con la manta, y sientes la sensación de estar protegida y resguardada, que nada te va hacer daño: no hay monstruos, no hay nada. Y vuelves a cerrar los ojos... Siempre tengo dicho que el otoño invita al sueño.

Yo sólo quiero almejas...

 Mi plato favorito son las almejas a la marinera y punto. Es que mucha gente, cuando me lo pregunta, no puede evitar cierta sonrisa sarcástica. Creo que es porque ya están tan acostumbrados a que haga uso de un doble lenguaje metafórico y ya se piensan cualquier cosa (seguro que si dijera "los mejillones a la vinagreta" no pasaba eso). Pero es verdad, el día que descubrí las almejas a la marinera se quedó grabado en mi recuerdo.
 Yo tendría unos 7 años más o menos, no lo recuerdo y era un fin de semana próximo a mi cumpleaños, en verano. Un día de estos que dice mi padre: 
Hoy nos vamos a pasar el día con los abuelos (sus padres) a San Sebastián
 Porque resulta que en mi ciudad hace un día soleado y estupendo, y aventuras que allí, al no estar tan lejos, el tiempo no va a cambiar.
 Y recuerdas los preparativos del coche previos al viaje: la mini-nevera de campo (naranja que era), los bolsos, las toallas, el bañador, la crema de protección solar... y la chaqueta por si acaso. Y escuchas a mi abuelo decir constantemente:
_ Coged el paraguas. - (y se le mira raro, pero sigue insistiendo)Mete el paraguas. ¿Ya has cogido el paraguas?
 Y qué razón tenía mi abuelo. Conforme íbamos aproximándonos con el coche, las nubes eran más negras. Llegamos allí y como ya os podéis imaginar, aquello era de todo menos un día de playa (y qué viento hacía). Y vuelves a escuchar a mi abuelo refunfuñando:
¿No os dije que cogierais el paraguas?  -(porque es que, al final, nadie le hizo caso... salvo mi abuela, claro).
Lo que el viento no se pudo llevar...
 Pero ya que estás allí tampoco vas a malgastar el día, y como el plan de comer en la playa (como buenos veraneantes de los 80 tal cual se precie) se había ido al garete, se decide buscar un restaurante en la ciudad, que también se agradece, visto el día que hace. 
 Se escoge un sitio después de dar vueltas por los alrededores, te sientas a la mesa y te dan la carta. Y una ya sabe leer perfectamente a esa edad y además se siente importante porque hasta le han dado una carta a ella para poder elegir. Llega un momento en que te das cuenta que tus padres y tus abuelos se miran entre ellos un poco con los ojos como platos (años después te das cuenta que lo que pasaba es que aquello se salía un poco del presupuesto que tenían pensado) y compruebas un tanto sorprendida que todos parecen haberse puesto de acuerdo en pedir paella. Hasta que llega el turno de la niña, toda ella muy dispuesta, y le salta al camarero ante la sorpresa del resto de comensales:
Pues yo quiero ALMEJAS A LA MARINERA. _(ya conocía las almejas de alguna que otra navidad, pero eso de "a la marinera" te choca).
 Reacción inmediata de mi madre, disimuladamente en voz baja:
Pide otra cosa.
Y yo por qué voy a tener que pedir otra cosa; aquí todos habéis elegido lo que habéis querido ¿no?. Pues yo quiero almejas a la marinera, y ya está. (y no añades lo de "y si no, no como" porque entonces te acuerdas de la amenaza de encerrarte en el internado).
 Y vista tal escena, porque yo no hablaba en voz baja, la risa inevitable de mi abuelo (de mi abuela no tanto) y del camarero, pues nada, se consintió que la niña pidiera su plato de almejas. Y vaya almejas me pusieron, pedazo de almejas... mientras veías al resto comiendo su paella. Pero bueno todo hay que decirlo dejé que cada uno cogiera UNA de mis almejas.
 Mi abuelo Pedro recordaba siempre aquello: el día que a la niña se le antojaron las almejas. Ayer hizo diez años que falleció. Un besito abuelo, yo también me acuerdo de tí cada vez que pruebo las almejas a la marinera.

Mi desahogo

 Hay gente que al leer estas 'mis marejadillas' piensa que todo lo tomo a risa y hay otra gente que se entretiene por la frivolidad o carácter natural que trato ciertos temas. Pero a mucha gente se le escapa que a pesar de lo que escriba, deje o no deje de ironizar, sigo perteneciendo al género húmano y todo lo que éste conlleva (aunque muchas veces diga que no soy persona, que soy mar-ciana, pero es que me lo da el nombre, y a veces te apetece serlo).
 Sufro y padezco como todos lo demás, tengo mis problemas añadidos en mi vida personal, tanto físicos como personales. 
 Me levanto todos los días como el resto, y tengo que vivir en el mismo contexto que todos vemos y nos movemos a diario. No tengo unas pupilas diferentes que me hagan contemplar algo así como un 3D ficticio en una pantalla que separe lo ficticio de lo real, ni tampoco vivo encerrada en el pais de Nunca Jamás, protegida por Peter Pan en una infancia perpetua, por mucho que me guste rememorar acontecimientos de mi niñez-infancia-adolescencia.
Sigo teniendo los pies en la tierra por mucho que a alguno lo cueste creerlo.Y precisamente, porque los tengo, porque sé apreciar el género humano, porque me doy cuenta de lo que es el día a día que todos llevamos y lo que cuesta vivir la vida, uso, este mi blog (porque me apetecía crearlo y por qué no, compartirlo), como una válvula de escape tal cual fuera una olla a presión la vida. 
 Y me apetece practicar eso que muchos han perdido que es el sentido del humor, y mirar, analizar y observar las cosas con colorines: ni todo lo negro es negro, ni todo lo blanco es blanco. Pero si no te atreves a pintar la vida en otros tonos, creo y pienso sinceramente, que pierdes mucho al no observar lo que es la vida.
He dicho (mi desahogo)

Sueños eólicos

 Todos tenemos un sueño recurrente. Vale, sé que hay personas que no recuerdan lo que han soñado por la mañana, pero eso no es algo que suceda siempre. Yo soy de las que siempre se acuerdan (y a los que estén intrigados sobre si se sueña en color o en blanco y negro les digo que sí: se sueña en color, y es más, se pueden percibir sonidos e incluso olores).
 El recurrente común a todos suele ser el de encontrarse de pronto descalzo por la calle, sin zapatos. Yo ese lo he transformado muchas veces (o mejor dicho, mi subconsciente, que tiene vida propia) y me encontraba intentando coger la pareja de un zapato caída en alguna parte tipo pozo. Pero ese no es en la actualidad mi sueño recurrente.
 El que es en la actualidad mi sueño recurrente es que de pronto corre mucho viento en la ciudad; el día se vuelve gris oscuro y de pronto empieza a correr una fuerte racha de viento. No llego a ver torbellinos, ni tornados, las cosas no giran por el aire, pero sí noto que sopla fuerte, muy fuerte y todo lo arrastra, lo empuja, lo mueve. 
 Lo que me asombra de ese sueño, es que normalmente lo que una se espera es que la cosa no acabe bien, te sientas elevada por los aires y acabes aterrizando en la cama... Sí, esa sensación de caída repentina, que es cuando abres los ojos y te despiertas. 
 No, en mi caso, en ese sueño, siempre logro llegar a casa. Me siento resguardada, pero intranquila; con esa inquietud enorme de mirarlo todo desde la ventana.
 Hoy ha amanecido un día de bastante viento, pero curiosamente no he soñado con ello. Y he visto el pino que tengo en el balcón (uno de esos pinos de navidad de hace 4 años que todavía conservas) tendido en el suelo, y mi primera acción ha sido darle cobijo dentro. No me apetece salir de casa, tampoco sé si será por mis sueños... pero siempre te queda eso.

Toma castaña

 Y no es por nada en particular, de hecho creo que esa expresión hace mucho que se dejó de usar. Es que hoy me han traído a casa como medio kilo de castañas recién cogidas, y claro.. ahí están en un bol, esperando. Y las miras y en realidad estás pensando: y yo qué hago ahora con esto...
 Porque sí, a las castañas aparte de relacionarlas con el otoño, tengo la imagen guardada de los años de colegio, en las horas de patio. Casi se te perdía la mitad del recreo intentando pelar la castaña. Y te llevaba las uñas en ello, pero daba igual: una castaña era casi un premio y no cualquiera traía castañas. Era algo evidente, lo más normal a la hora del recreo, en otoño, era la típica mandarina (que algunas también costaba pelarlas, pero no es lo mismo; no). 
 Después las veías tiradas en la calle (las castañas), de árboles varios, pero noooo, esas no eran comestibles (¿por qué no pondrán en la calle árboles con frutos comestibles?) esas eran castañas pilongas. Lo compruebas el día que te esmeras en pelar alguna, y cuando por fin lo consigues y le das el bocado... ya te das cuenta son un tanto pelín amargas, de éstas que ya te dejan arrugada la boca...y desistes.
 Pero lo típico en estas fechas de otoño son las castañas asadas; esos puestos en mitad de calle y ese aroma tan característico. Así sí; ya no hace falta en esmerarse pelarlas. Y suelen (solían) agradecerse, porque ese cucurucho papel en mano, calentito con las castañas recién salidas de las brasas, te calentaba las manos. En realidad pierde la gracia de lo que es pelar una castaña, pero ahí estaban tus castañas.
 Recuerdo que la primera vez que tuve una cita, quedamos en un puesto de los mencionados de castañas asadas... No, aunque lo parezca, no fue muy idílica la cosa porque tal puesto en tal plaza situada no estaba. Así que ya no sabías si se había equivocado de puesto o aquello tornaba en cosa rara. Y te encuentras al amigo de turno que acude rápido a avisarte que está en otro puesto de castañas, esperando... y te acuerdas; y te acuerdas de lo qué llovía ese día. Pero a pesar de todo, no compramos castañas.

Casi a gritos

  Estos días me encuentro bastante baja de ánimo. Lo da el otoño; la falta de luz solar, ya se sabe. Pero también le han ido ayudando otros factores contextuales añadidos (dichosa química y dichosas hormonas...).
 Vas aguantando como puedes hasta que ya llega un día en el que sucede cierta situación la cual consideras del todo injusta y carente de lógica alguna, y te desbordas como buena gota que colma el vaso; y acabas saltando y quejándote de todo: ya no te callas. Y como después de la tormenta ya se sabe que llega la calma, al final, con cierta resignación, lo que acabas es preguntando que si hay alguna forma de recuperar la energía perdida y te recomiendan que lo mejor que puedes hacer es salir a la calle y dar cuatro gritos (parece ser que en casa ya debo gritar bastante, vete tú a saber).
 Y te acuerdas de una vez que leíste en una revista de éstas de investigación, que si gritas durante 8 años, 7 meses y 6 días, generas la energía suficiente para calentar una taza de café. Desconozco quién acabó sacando en conclusión tan fundamental dato, pero supongo que pudo dormir tranquilo esa noche (habría que saber si también fue capaz de constatarlo).
 Si yo entiendo que es una buena forma de desahogo, pero entendedme a mí, que tal y como están las cosas, no está el horno para bollos, y como haga caso a tal recomendación, una de dos: o viene la policía o los loqueros. Los bomberos ya se presentaron un día por casa (pero eso es otra historia que tiene que ver con una tostada quemada y sigo insistiendo que no era mía la tostada) y con el 112 tengo "enchufe" (cierta persona cuando le toca ambulancia con la Cruz Roja, me avisa para que si por un casual pasara algo, dios no lo quiera, llame a la DYA)
 Así que, en conclusión: mejor no tentar a la suerte y comprobar cómo funcionan los otros cuerpos de seguridad y bienestar social del Estado, porque la única excusa que se me ocurriría en ese momento determinado es... no sé, ¿decir que estoy con la menstruación? (y ya sí que la acabamos de arreglar).
 Al final lo que voy a hacer va a ser calentar una tila en lugar de café. Mejor dicho: que lo caliente el microondas que a estas alturas ya cualquiera me ve muy capaz de estar 8 años, 7 meses y 6 días gritando para calentar la taza; aunque eso pasaba con el café, igual con la tila es otra historia.

Algo pasa con Mary...

  Mary Blair. Es la persona a la que el Google ha decidido homenajear en el día de hoy dedicándole su Doodle particular. Y una al principio no cae quién es, casi te suena a la marca de las medias; no, que esa era Mary Claire... (algo pasa con las Mary; a mí al otro lado del charco me llaman Sea's Mary, por cierto...)
 Y descubres que es la de los "dibujitos" (sí, da igual que tengas treintaytres años hay cosas que sigues llamando igual a pesar del paso de los años; y como tú misma te entiendes, pues eso; y además aunque los demás no lo reconozcan también te entienden). Porque esos dibujos que hacía ella los hemos "embebido" en toda nuestra infancia, tanto en cuentos como en cromos. 
 ¿Os acordáis cuando jugábamos a los cromos? eso era acercarte a lo que en la vida real vendría a ser después la Bolsa. Sí, tú ponías un cromo, cuantas más personas jugaran mejor, y depende de la suerte, el azar y la manera en dar la palmada, acababas con dos o tres más (y hay que ver qué satisfacción te entraba)
 También dependía mucho el hecho de si eras el primero en dar la palmada, o te tocaba el último puesto. Pero es igual porque eso iba rotando. Además distinguíamos incluso lo que eran los "cromos bonitos" a los "cromos feos", los pequeños y los grandes. Había algunos incluso con purpurina (esos ya eran 'la creme de la creme' en el mundo cromo). Y cada cual se las ingeniaba para guardarlos en vete tú a saber qué caja. Solían ser metálicas y te las daban los abuelos (cajitas de puros, cigarrillos y tal, o de caramelos). Con que uno/a se los pudiera encajar en el bolsillo de la bata daba igual, porque era el "juego estrella" en el recreo.
 Y todo esto viene porque te quedas observando las ilustraciones de la tal Mary Blair, y sí, te los recuerda. 
 Y miras una en particular y te trae a la mente esos años de niñez y juegos varios. E incluso descubres 'sorprendentemente' que la ilustración es de los años 50. Vaya, no hemos cambiado tanto desde aquel a la que fuera "nuestra época"... Echadle un vistazo y decidme quién no se acuerda haber jugado a esto.

Más que palabras.

 Todo el mundo tiene miedo a algo (salvo 'Juan Sin-miedo' que se pega todo el cuento intentando asustarse con algo. Es el cuento anti-cuento donde el final feliz, es llegar a tener miedo). Y esto pasa como lo de los síndromes (véase la entrada titulada 'Eso que es lo que es'), que al final te encuentras con una lista de fobias para dar y desear e intuyes que en esta vida se puede tener miedo a cualquier cosa... cosa que tampoco es de extrañar. 
 Pero a ver, que alguien me explique alguna vez quién es el encargado de ponerles los nombres, porque el colmo de las fobias es encontrarte por ejemplo:
- Miedo a las palabras largas: hipopotomonstroesquipedaliofobia.
 Sí, yo me quedé igual. Es un sentido del humor un tanto peculiar (por no decir lo de la mala leche del que se le ocurrió la idea). De acuerdo que una forma de superar los miedos es afrontándolos, pero si, por ejemplo, sufres de aracnofobia, seguro que tampoco te sentaría muy bien que de pronto te plantasen delante la araña. 
 Es más, lees la palabra (que conste que me ha costado lo suyo ponerla, no he hecho copy-paste) y ya hasta te entra a ti la misma fobia. Te paras a pensar y crees que no existen tampoco en el mundo palabras tan largas como la de la propia fobia; y supones que quien la padezca será un trauma de infancia por culpa de Mary Poppins y su supercalifragilística gracia. Y entonces te encuentras con esto:

Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch
 Es el nombre de una aldea del Reino Unido con un alcalde también con un peculiar sentido del humor, al que no se le ocurrió otra cosa que "alargar" el nombre de la localidad debido a que ya había muchos Llanfair por la zona, y así sacarle rentabilidad turística al asunto. En realidad el nombre se lo puso el zapatero del pueblo (siempre se dice: "zapatero, a tus zapatos"; aquí ya lo de Zapatero tiene otras connotaciones pero en fin, cosas de la historia...).
 La traducción en galés viene a ser: "La Iglesia de Santa María en el hueco del avellano blanco, cerca de un torbellino rápido y la Iglesia de San Tisilo cerca de la gruta roja." (y porque sabes que no estás en territorio yanki, pero te parece que en cualquier momento te va a surgir una tribu de sioux o de apaches).
 Por cierto, a estas alturas del cuento, espero que ninguno de vosotros sea hipopotomonstroesquipedaliofóbico, porque entonces la hemos (he) líao parda...

Forestville

 Estaba mirando la página aleatoría del Wikipedia, esa que a veces le das por curiosidad "a ver que te sale" y en esta ocasión le ha tocado en gracia del azar informático al Municipio de Forestville, de Minnesota (en inglés sería algo así como: Forestville Township, una que sabe idiomas). Especifico lo de Minnesota porque hay más de un Forestville en Norteamérica (no sé por qué tienen allí en esas tierras la manía de repetir nombres, como la ciudad de los Simpson, todo el mundo intentando averiguar en su día a qué "Springfield" se refería).
Atracción típica de Forestville...
(no me esperaba otra cosa)
 Por el nombre ya te imaginas el típico pueblecito americano de gente un poco peculiar (por no decir de estos que te reciben con el rifle en la mano y te miran raro), así al estilo de la población que siempre describe Stephen King en sus obras (¿Salem´s Lot?). Y también porque es que los de Minnesota tienen una fama... lo que aquí vendríamos a denominar ser... ummm ¿más bruto que un arao? (o más salvaje que las amapolas, también se dice así...). Luego te lo confirma el dato de que apenas supera los 350 habitantes.¡Si yo tengo más de 3500 amigos en el "feisbuk"! (podría crear toda una nación, ahora que lo pienso)
 Empieza a especificar el porcentaje demográfico por raza de la población y lees: 96,19% blancos, 0,28% afroamericanos (ya sabéis cómo es esto, no pasa nada si dices "blancos", pero queda políticamente incorrecto decir "negros") y 0,28% amerindios... Pues vale; era más fácil decir: todos blancos menos una familia de negros y otra de indios. Si total, qué más da, si allí se conocen todos seguro: la lista, el tonto, el borracho, la presumida, el dandy (iba a decir "el putero", pero bueno... no perdamos las formalidades),la solterona y la cotilla. ¡Como en todo pueblo!.
 Luego el artículo sigue especificando que el 0% son de raza asiática. Sorpresa y ojos como platos. ¿En serio? no me lo creo.... ¿No tienen tienda de chinos ni un simple restaurante?.Si a día de hoy los chinos están en todas partes.(aprovecho para enviar un saludo a mis vecinos del primero). Y ya por último el 2,25% te dice que pertenecen a dos o más razas. Si bueno, vale, los que son café con leche. Y entonces empiezas a pensar en las mezclas de razas y te surge la duda existencial de la jornada: ¿¿Existe algún chino negro??
 Y ahí, el mencionado artículo gentileza wikipedia aleatoriedad del día, ya se acaba y no te da ningún informe más de la localidad. Pero te entra la curiosidad y empiezas a indagar (de-formación profesional) y descubres que hay un dato que hubiera sido digno de mencionar por pequeño que sea el pueblo, y es que pertenece a un parque denominado: Forestville Mystery Cave State Park. Alucinante (te entra la vena Iker Jiménez en ese momento). Una cueva misteriosa. Seguro que en el pueblo te cuentan cualquier historia, te puedes tropezar con lo más parecido al Oso Yogui en busca de la cesta de la merienda (comida, cena, da igual, eso sí: que sea en cesta) y tampoco te extrañaría que fuera el primer lugar en el que se refleje en el porcentaje de sus habitantes censados a un chino negro...(si es que antes no lo apuntan con la escopeta, claro...)
Mystery Cave