Delicadeza


 Perder la noción del tiempo observando la delicadeza y fragilidad de una pompa de jabón suspendida en el aire. Asciende, baja, flota entre susurros y juega a capturar pequeños rayos de luz que va transformando en complejos arcoiris de formas abstractas. 
 Pero al más mínimo intento de querer capturarla, un simple roce basta, y su efímera vida de naturaleza etérea, desaparecerá para siempre como por arte de magia.

Entre el sueño y la realidad

 Hoy he tenido un sueño de estos raros, no es que sea de estos surrealistas que no tiene una lógica coherente,  (como el día que soñé con alcachofas gigantes) pero si era raro porque no te esperas soñarlo. En realidad ningún sueño uno/a se los espera; me refiero a los de almohada (si el insomnio lo permite, evidentemente). Pero hay algunos que te causan mayor o menor impacto, precisamente por ese carácter inesperado.
 Ya sabéis que os entornos en los sueños suelen ser bastante fuera de lugar, o al menos no lo habitual. En esta ocasión yo me encontraba (hay que echarle un poco de imaginación al asunto) en una especie de enorme habitación de hotel, pero que no era sólo un dormitorio, era como si fuera un gran salón comedor... (incluso había una nevera, porque recuerdo que cogí una botella de vino). Y en esa habitación había reunida bastante gente (casi unas cincuenta personas entre amistades y demás; familiares por lo visto no invité a nadie). 
 Yo estaba a la espera de que apareciera alguien, que en la vida real es alguien que aprecio mucho, que por circunstancias de la vida, no nos hemos podido ver ya hace tiempo, pero en el sueño yo sabía que en esa ocasión si iba a acudir. Hasta aquí todo normal, todo bien. Lo que ocurre es que en el sueño, conforme iba llegando la hora, me entraba cierto estado de vergüenza o timidez. 
 Y es en esto que a los sueños les da por cambiar todo, caprichos del subconsciente, para ponerte en tesitura extraña de 'a ver cómo te las apañas' y de pronto estaba sin arreglarme, sin maquillarme, sin peinarme.. sin nada (resumiendo, lo que se dice muy poco presentable, con pijama, bata y zapatillas de andar por casa) y yo decidía recostarme en la cama, mientras la gente seguía 'a su bola' de fiesta por "casa".
 Es en ese momento que ya sabes que en el sueño va a pasar algo... De pronto se abre bruscamente la puerta, y aparece en escena ese alguien que yo os hablo, con dos o tres amigos más flanqueándole y armados con pistolas, que se sabía perfectamente que eran de fogueo, pero todo un golpe de efecto, que consigue que se quede la 'sala-cuarto-dormitorio' en silencio. Es cuando empieza a vociferar:
- ¡De aquí no se mueve nadie hasta que salga la anfitriona!
 Yo que lo estaba escuchando desde la cama pensaba: "Yo con estas pintas no salgo ni de coña" (ya sabéis, coquetería femenina). Pero él iba recorriendo la estancia, examinando una por una a las personas allí presentes, hasta que claro, llega un momento en que da con mi "escondite particular". Se me queda mirando y yo haciéndome la disimulada. Con cierto alivio al final noto que se aleja; alivio que dura poco porque en realidad se estaba haciendo el tonto. Vuelve a darse la vuelta, se acerca, se agacha y me dice al oído:
- ¿Vas a consentir que estén retenidos todos tus invitados porque no te atreves a dar la cara? _con un claro y evidente mosqueo encima.
 Así que me levanto, me disculpo con la gente y cuando me quise dar la vuelta para hacer lo consecuente con ese alguien, ese alguien ya no estaba: se había ido de la fiesta.
 Y es en esto que en el mismo sueño piensas: "por favor que sólo sea un sueño". Es esa sensación que una tiene todavía de querer arreglar las cosas, o tener esa oportunidad de deshacer algo del mismo que ves que has hecho mal. Y de pronto abres los ojos, y ves que SI todo ha sido un sueño, nada más. Y aunque no haya pasado nada, ni haya ocurrido esa escena, a lo largo de la mañana sigues teniendo esa sensación extraña de haber hecho algo mal...

Reciclaje

Hojas llenas de escritos, memoria de días pasados que se hacen presentes al volverlos a leer. Las ojeas, ya no hacen falta pero te da pena tirarlas. Entonces te viene a la mente aquello de que la materia ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma y se te ocurre: ¿Por qué no convertirlas en flores de papel? 

De cristal...

 No me gustan los espejos.Tiene cierta ironía porque quien visite mi domicilio familiar (sí, ese en el que pasas prácticamente toda la infancia y adolescencia) no va a ver mas que espejos por todas partes.Y no, no es que le cogiera manía a la madrastra de Blancanieves, es que sin más, no le tengo mucho cariño eso de ver mi imagen reflejada y que tu izquierda sea tu derecha y tu derecha sea tu izquierda (siempre los achaqué a que a día de hoy me cueste discernir la izquierda con la derecha sin tener que pararme a pensarlo).

 Mi casa es la casa de los espejos, desde el primer momento que entras al portal. Te diriges hacia el rellano donde está el ascensor (porque claro, eso de subir escaleras está ya pasado de moda, ni te lo planteas; a no ser que veas aproximarse a algún vecino un tanto plasta y no quieras coincidir con él en el ascensor... Sí, no disimuléis, todos lo hemos hecho). Y mientras lo esperas tienes a tu izquierda lo que es toda la pared, desde el principio hasta el final, llena de paneles de espejo. Así que ves perfectamente tu imagen esperando (porque el ascensor no suele tener la costumbre de estar abajo). Lo mejor es cuando vienes del hipermercado-supermercado cargada de bolsas en las dos manos, que te faltan manos para tantas bolsas, que no sabes si dejarlas en el suelo o qué hacer, y ves tu reflejo: todo un cuadro.
 Y ya por fin llega el ascensor. Se abren las puertas, escuchas un pitido y ooooohhh: el espejo de cristal. Las tres paredes que te van a rodear durante la subida son las tres espejo, de tal forma que como uno se refleja al otro y a ti te reflejan todos tienes tu imagen hasta el infinito y más allá. Yo prefiero mirar al suelo, pero hay quien se entretiene en contarse las veces que se ve repetido. Claro, eso depende de la duración hasta el piso al que subas. El récord hasta el mío creo que está en 17, pero también hay quien me ha hecho subir hasta arriba del todo sólo porque quería sacar la foto... (sí señor, para subirla al Facebook, lo habéis adivinado, porque hoy en día las fotos sólo tienen sentido para subirlas al Facebook u otra red social). Y ya como coincidas con dos personas allí dentro, eso parece toda una manifestación.
 Además el ascensor 'habla' y lo escuchas diciendo "Cierre de puertas. Subiendo". y te ves allí como si hubieras entrado en una dimensión desconocida, y vete tú a saber dónde aparezcas cuando se abran las puertas.
 Al final llegas (no sabes si has pasado directamente a otra realidad tal cual Alicia a través del espejo, pero llegas);abres (o te abren) y el recibidor tiene su espejo a la entrada, por si todavía no te has visto lo suficiente. Y poco a poco vas descubriendo que mi casa es toda un reflejo: el mueble bar del salón es todo espejo, la pared del fondo del pasillo es un espejo, en los baños el espejo del lavabo y el espejo de las mamparas, en mi cuarto infantil (el típico rosa con cortinas de encaje) las puertas de los armarios medias-lunas de espejo, las cabeceras de la cama...espejos... y así podría seguiros contando espejos hasta el infinito y más allá.
 Eso sí, el cuarto que por fin me dejaron a mi decorar a mi gusto (cuando ya llegas a la adolescencia y no te apetece seguir viendo muñecas de porcelana) no encontraréis ni un solo espejo ... y es azul, nada de rosa.

Ains, qué dolor...

 Recuerdo -o me lo cuentan- que cierto día de "aquellos maravillosos años" infantiles (con 4 años o así), me levanté de la cama, y con morritos, pucheros y ese gesto tan peculiar que se nos olvida 'poner' con los años, ese para dar pena (y no hablo del recurso de la lágrima fácil, ese toda mujer lo tiene en potencia aunque no todas lo usamos... Bueno, a veces), le dije a mi madre:
- Mamá, me duelen los riñones... :(
 Imaginaros la cara de circunstancias que debió poner mi madre... Y aunque sólo te conoce desde hace 4 años, te conoce como si te hubiera parido, claro, y ya va descubriendo un poco cómo eres y te sigue la corriente:
- A ver hija, tú dónde tienes los riñones...
- Aquí... 
¿O qué os habíais imaginado? Tantas veces de escuchar a mis padres quejarse de dolor de riñones (o lo que es lo mismo esa expresión que viene a decir "estoy doblao" y echarse las manos a la espalda en esa parte precisamente se supone están ubicados dichos órganos) para mí ya no existía otra clase de dolor.
 Posteriormente descubrí que existía también "el dolor de espalda", y ves que es una característica de todos los mayores, porque todos los mayores que conocías o coincidías en las visitas familiares, siempre siempre, había un momento en la conversación que acababan hablando de temas de salud, dolores y demás. Algo así como una especie de guerra personal que consiste en 'presumir' a quién le duele más una cosa u otra, y al final todos coincidían en el dolor de espalda (normal que luego acabara mi abuela, que también lo escuchaba todo, rebuscando en los cajones medicamentos varios, porque mi abuela tenía de todo en casa: como buena jubilada).
 Y un día, en estas visitas 'de mayores', te hacen la típica pregunta que a todos nos han preguntado alguna vez en la vida:
- Y tú de mayor ¿Qué?
- ¿Yo?... me dolerá la espalda.
Hoy me duelen los riñones...

Gotas

 No lo voy a negar siempre me han gustado los días de lluvia, es un fenómeno tan natural que de natural que es, me fascinan desde que tengo uso de razón. Es tan simple y natural como ver caer agua del cielo. Y es tan natural porque lo hemos vivido desde pequeños, porque estamos familiarizados, pero siempre le vi su magia al agua.
 Evidentemente siempre es más grato verlo desde casa, y ves a la gente correr, huyendo de algo tan natural como es el agua, lidiando con el paraguas, dependiendo si sopla viento, o está el día en relativa calma.
 Yo recuerdo - o me recuerdan- que un día de pequeña me despertaron para ir a la escuela y en la calle llovía, y muy seria y consternada, porque debía salir al exterior, le dije a mi madre, toda enfurruñada: Mamá ¿a que has cantado esta mañana? (y es eso que tus padres no saben te han ido enseñando en la escuela ,y los sorprendes con esa lógica aparente de la que intenta darle una explicación a lo que no se puede explicar)
 Y te ponen las katiuskas de plástico, por si te da por pisar los charcos y no acabar con los pies fríos, hieráticos, helados. 
 Y te acuerdas que cuando salía un día lluvioso, porque a esa edad todos los zapatos y botas varias se te han quedado pequeños de un año a otro, coincidías al salir de clase en la zapatería de al lado con las madres a la búsqueda de las katiuskas de plástico; esas mismas que te tenían el pie inmovilizado, tal cual zapato de cristal, de Cenicienta sin cristal, sin vestido de princesa, pero te permitían pisar los charcos.
 Otra cosa era ver la lluvia en casa, desde la ventana. Y veías estamparse las gotas en tu ventana. Cada una era distinta, no había dos gotas iguales. Las observabas deslizarse. Y jugabas a hacer una hipotética apuesta de carreras, y apostabas qué gota sería capaz de llegar la primera... Y la tuya se paraba en un zig-zag loco, galopante. Incluso le dabas golpecitos en la ventana para que fuera la primera; la primera en hacer charco en una tierra insospechada. Y a veces, no ganaba, otra se le adelantaba. Pero siempre caía otra gota más, completamente diferente y volvías a repetir jugada.

Azul

Siempre había pensado que el mar había sido pintado de un azul más intenso, para poder separar su visión del cielo. Así que fue a por su caja de acuarelas, tomó el pincel en sus manos, y comenzó a colorear su vida...

Biorritmos otoñales

 Estos días tengo este mi blog algo abandonado. No es cuestión de musas, ni de falta de inspiración, imaginación o como lo queráis llamar. Es simplemente apatía, en el sentido no de depresión -aunque también esté asociada- sino de cierta despreocupación-desmotivación producida por falta de energía al terminar el día (ya incluso al comenzarlo)
 Y es que noviembre siempre me ha afectado anímicamente hablando. Supongo que lo da el otoño: la falta de horas de luz que va aumentando conforme pasan los días hasta ya entrada Navidad (he dudado si poner "Navidad" con mayúscula o con minúscula, pero de esa época ya hablaremos en su época), el cambio de hora que todavía te descoloca aún si cabe más (que manía con quitarnos una hora de luz a la tarde, cuando más productivos estamos, y "dárnosla" por la mañana cuando todavía vas medio dormido y cuesta espabilarse, precisamente mínimo esa misma hora). Y es raro ya el día que ves brillar el sol, aunque sea de día, porque está el cielo nublado, gris y llueve a ratos. Vale, dependerá de vuestra ubicación geográfica, pero es de la mía en el norte, de la que os hablo.
 Y te afecta eso que alguien un día llamó biorritmos. La teoría de los biorritmos viene a decir que ya desde el momento en el que uno nace, se mantienen tres ciclos biológicos y son los que ya te van a marcar durante el resto de tu vida: uno es el físico, otro es el emocional y otro es el intelectual.
- Físico: es el que te da la energía esa que os digo yo que a veces te notas sin ella al acabar el día, que te sientes con agotamiento, sin fuerzas (me ha recordado de pronto al anuncio aquel del Cola Cao que salía Jesulín recomendando una taza antes de acostarse). Ese ciclo dura 23 días.
- Emocional: éste yo creo que en las mujeres nos afecta más, porque además dura 28 días, como el ciclo menstrual. Tiene que ver con los estados de ánimo, como ya os habréis imaginado. Lo optimista o pesimista que estés ese día (aunque también es verdad que yo conozco a gente pesimista ya por naturaleza, da igual el día, todo lo ve mal, imagina le va a suceder lo peor.. a esta gente la llamo yo "agonías", me estoy acordando de un amigo concretamente, cuyo nombre, evidentemente, no voy a dar). También es el que te hace que un día te haga más irritable de lo normal (lo que yo digo, como el ciclo menstrual).
- Intelectual: éste es el que más dura: 33 días, y tiene que ver con el razonamiento, las deducciones y la memoria (respecto a esto último..iba a decir algo pero ya no me acuerdo, debe estar el ciclo en su fase más baja). Es lo que te hace reaccionar cuando está en fase alta, y ahogarte en un vaso de agua cuando está en su fase baja, porque no ves solución a ningún problema (me estoy volviendo a acordar de mi amigo "el agonías", éste debió nacer con lso biorritmos en 'encefalograma plano').
 Pues eso, cuestión de ciclos vitales, y como entre los tres se mezclan, ahí puede resultar cualquier cosa en cuanto a estado de ánimo. Lo mismo hay días que te parece que te sale todo bien, o hay días que te sale todo mal, pero yo no sé por qué extraña manía de la naturaleza, no suele existir 'el término medio' (pocas veces).
 Hoy me ha dado por mirar cuál es mi biorritmo a día de hoy (hay muchas páginas en la red que te lo hacen; no me miréis así, que también hay quien sigue consultando su horóscopo, me puede la curiosidad) y me ha salido ésto:
Mi biorritmo del día 12/11/11
 Vaya... dos subiendo la montaña rusa y el intelectual bajando en picado, así que ya sabéis lo que toca: ser quejica hasta que acabe el mes y ver problemas por todas partes. De hecho abajo hay una leyenda que lo explica y me aconseja: "Resérvese para las actividades rutinarias y lentas. Descanse y realice sólo tareas poco exigentes". Yo lo interpreto algo así como: mira, mejor túmbate en el sofá, ponte una película y deja que transcurra ella sola, que al final ella sola se resuelve al final.


 PD: En realidad lo que me ha hecho más gracia del experimento este de los biorritmos es saber que llevo 12140 días vividos en este planeta (el número  que sale en la foto no son mis días sino los que se calculan desde el año cero hasta la fecha).

Piporreando...

 Me apetece comer pipas. Sí, es un antojo que tengo, por qué no. En realidad las pipas no alimentan, ni quitan el hambre, yo creo que es más bien una forma de mantener la boca y las manos ocupadas a la vez (qué inquieta es la vida humana). Además empiezas a comer pipas y ya no paras, es un acto ya repetitivo-compulsivo.
 Mis favoritas son las pipas Facundo, éstas que ya llamas "las de toda la vida". Porque quién no conoce esas pipas... Y no es que esté ensimismada por la marca, ni me deje influenciar: es que no sé "cómo hacen" esas pipas, pero no saben igual.. y las otras que te venden, tampoco son tan largas ¿Será cosa de los girasoles? planta curiosa donde las haya, siempre siguiendo al sol (un día 'cogí prestado' un girasol de un campo -es que decir "robar" suena bastante mal- y no veáis lo que pesa la flor; en pocas palabras: que rompió el jarrón de cristal).
 Además era algo que siempre comprabas de pequeña con la paga de los domingos: el chicle, las gominolas y la bolsa de pipas, ya que, aparte del chicle, era lo que más duraba. Y por entonces venían en bolsa de plástico, y la abrías de un 'dentellazo'; no te parabas con las manos a abrir la bolsa, ni mucho menos a buscar unas tijeras, porque lo suyo era comérselas en la calle, sentados en un banco o en el bordillo de la acera (el lugar era lo de menos). Es que no sé qué manía les ha entrado ahora por vender las cosas en envases metalizados, si a nosotros nunca nos ha pasado nada... ¡Con lo manejables que eran las bolsas de plástico!. Y sí, claro, las de ahora ya sí las abres con las manos (corres riesgo de quedarte sin dentadura como intentes lo contrario).
 Y yo no sé si os acordáis del momento en que te dejaron comer pipas por primera vez, porque claro eso era algo prohibitivo por si te atragantabas. Y veías a tus padres comer pipas y tú también querías. Así que tu padre o madre tenía la doble tarea de pelar una pipa para sí y otra para ti: y tú tan feliz, te tomabas eso, pero tampoco le veías la gracia a la semillita en cuestión. Yo creo que más bien cuando le pedíamos pelarnos las pipas a nuestros padres era por tenerlos 'engorrosamente' ocupados (las malicias infantiles también existen, no es todo inocencia, no)
 Luego llega un momento en que ya supongo que el engorro es tal que intentan que tú aprendas, y claro, al principio intentas lo más fácil: meterse la pipa en la boca y masticarla y sea dios lo que quiera como salga. Y claro, acabas perfeccionando la técnica: la técnica de escupir cáscaras. Y sí, bueno, ya la pipa te sabe algo más salada, pero tampoco le ves su particular gracia. Eso es como cuando intentas aprender a hacer pompas con el chicle y la mitad de las veces acaba para desconsuelo propio, el chicle en el suelo... (lo prometo, jamás he cogido un chicle del suelo; bueno vale, sólo una vez que no me miraban).
 Al final acabas aprendiendo a sujetarlas con la mano y dar con el 'click' de la cuestión (cuestión de dientes). Y ya te vicias. Es como lo de tener el cigarro en la mano, pero más sano. Y de pronto te salía un palito en la bolsa y.. ¡oh dichoso palo!, no le ponías una queja al servicio de atención al cliente por aquello. Te parecía un premio (al igual que el cromo de rigor en la bolsa de patatas) y además sabías que podías pedir un deseo. Si partía el palito y salía blanco se cumplía; negro, nada (tranquilos, que siempre salía blanco).
 Y todo esto a que hoy me comentaba un amigo que en lugar de pasárselo pipa, se lo iba a pasar teta... Pues yo me voy a pasar a las pipas (de tetas mejor no hablamos).

Sintiendo...

Y como la luz directa del sol le dañaba los ojos, optó por bajar la vista. Fue entonces, y sólo entonces, cuando pudo contemplar cómo la luz se filtraba alegremente a través de los pétalos de una delicada flor, materializándola en colores. Se agachó, la observó y pensó lo cerca que había estado de morir aplastada bajo sus torpes pies en la osadía de haber querido centrar su mirada sólo y exclusivamente en el astro rey.