Ains, qué dolor...

 Recuerdo -o me lo cuentan- que cierto día de "aquellos maravillosos años" infantiles (con 4 años o así), me levanté de la cama, y con morritos, pucheros y ese gesto tan peculiar que se nos olvida 'poner' con los años, ese para dar pena (y no hablo del recurso de la lágrima fácil, ese toda mujer lo tiene en potencia aunque no todas lo usamos... Bueno, a veces), le dije a mi madre:
- Mamá, me duelen los riñones... :(
 Imaginaros la cara de circunstancias que debió poner mi madre... Y aunque sólo te conoce desde hace 4 años, te conoce como si te hubiera parido, claro, y ya va descubriendo un poco cómo eres y te sigue la corriente:
- A ver hija, tú dónde tienes los riñones...
- Aquí... 
¿O qué os habíais imaginado? Tantas veces de escuchar a mis padres quejarse de dolor de riñones (o lo que es lo mismo esa expresión que viene a decir "estoy doblao" y echarse las manos a la espalda en esa parte precisamente se supone están ubicados dichos órganos) para mí ya no existía otra clase de dolor.
 Posteriormente descubrí que existía también "el dolor de espalda", y ves que es una característica de todos los mayores, porque todos los mayores que conocías o coincidías en las visitas familiares, siempre siempre, había un momento en la conversación que acababan hablando de temas de salud, dolores y demás. Algo así como una especie de guerra personal que consiste en 'presumir' a quién le duele más una cosa u otra, y al final todos coincidían en el dolor de espalda (normal que luego acabara mi abuela, que también lo escuchaba todo, rebuscando en los cajones medicamentos varios, porque mi abuela tenía de todo en casa: como buena jubilada).
 Y un día, en estas visitas 'de mayores', te hacen la típica pregunta que a todos nos han preguntado alguna vez en la vida:
- Y tú de mayor ¿Qué?
- ¿Yo?... me dolerá la espalda.
Hoy me duelen los riñones...

No hay comentarios: