¿Café? No, vermouth

 Nunca me como la aceituna que te ponen en el vermouth y no es porque no me gusten las aceitunas, sería algo irónico con la de olivos que hay en mi familia (y no estoy llamando cara-aceituna a ninguno, ya se me ha entendido), simplemente es una costumbre adquirida desde que tengo uso de conciencia, o mejor dicho, desde que ya se admite que en la hora del aperitivo en lugar de pedir el mosto (tampoco me comí nunca la guinda roja, pero esa si es verdad que no me gusta) pidas el vermouth.
 Es una de estas manías o peculiaridades que una va adquiriendo sin más, que tampoco tiene mayor explicación más que simplemente es un ritual que repites por eso de no perder la costumbre. 
 Nunca me como la aceituna del vermouth. Pero tampoco se queda en el vaso: siempre la ofrezco, y siempre hay alguien que enseguida la devora. Eso no falla.
 A veces es un engorro, porque yo no sé la mala idea de algunos camareros, de enterrarla entre los hielos y ni el palillo asoma. Y de pronto te ves haciendo malabarismos con la copa para evitar el 'momento-asquito' de tener que sumergir los dedos (hay quien no tiene reparo alguno, pero una para esas cosas si que es algo escrupulosa... podéis respirar aliviados)
 ¿Y yo por qué estoy hablando de la aceituna que te ponen en el Martini? (al final mencioné la marca). Pues no tengo ni idea, supongo que me estaba acordando de los que me tomé ayer. Simplemente es otra de esas cosas sin explicación aparente...

Perdida en mi habitación

 Y un día te da por hacer limpieza de los altillos del cuarto que ya no usas, ese de la infancia que se encargó tu madre de decorar, con cortinas de encaje y sobrecortinas recogidas en rosa, a juego con el color salmón de la pintura de la pared, armarios de media luna de espejo, lámpara de cristales, estantes con joyeros varios, algún que otro libro, figuritas, peluches, y dos camas ocupándolo todo; separadas simplemente por una mesita, con su lámpara de porcelana que simula dos palomas en una rama...¡Prohibido en las paredes pegar nada! y de pronto ves colgadas muñecas de porcelana (más vale que yo nunca he sufrido de terror nocturno porque abrir los ojos de noche y ver allí a las muñecas "ahorcadas" mirándote fijamente con esos ojos de cristal estáticos, ríase la niña de Poltergeist de la tormenta y el árbol).
 Así que me comprenderéis que cuando ya cumplí unos trece o catorce años me plantase y dijera: "¡Tengo derecho a mi cuarto....y esta vez lo elijo yo!" (por entonces no había Ikea... bueno por aquí sigue sin haberlo). Y al final lo conseguí con la excusa de que allí no entraba el escritorio y yo quería estudiar en mi cuarto (jiji, los estudios siempre tocan la fibra en todo padre). Y lo puse todo en AZUL (qué manía le cogí al rosa) 
 Lo único que no pude decidir fueron las cortinas (que volvían a ser de encaje y gasa, aunque en azul y al menos no llegan hasta el suelo) y la lámpara... 
 La lámpara. La lámpara es que es un poco difícil de explicar, pero haciendo un esfuerzo de imaginación, imaginaros una de araña de 5 brazos que suben hacia arriba, en azul, eso sí, como si fueran ramas; de hecho salen de un tronco al que le rodean flores doradas en bronce, y cada rama acaba en mini-candelabros separados por más flores entre unos y otros (más ramas), y con bombillas en forma de llama (originalmente sí, ahora tiene puestas las de bajo consumo)
 Eso sí, aprovechado el espacio, está al máximo: todo estantes llenos de libros y un escritorio con cajones por todas partes y apartados varios (al que puedes sacar la mesa por debajo si lo quieres más grande porque lo has ido llenando de tonterías, pero eso ahora ya no es posible porque está otra mesa con la tele al lado)
 La temática: marina, cómo no. Lo mejor el colgador al lado del armario, donde dejas el abrigo y el bolso cuando llegas a casa: son dos ositos vestidos de marinero (a lo pato Donald) sujetando los colgadores, en un 'entorno' de corcho marrón que simula la arena de playa, lleno de conchas y estrellitas de mar... No pongáis esa cara: si mi madre puede poner la lámpara, yo puedo poner el colgador de ositos, y ya está (no, en serio, queda muy cuco).
 Y todo esto ¿a qué venía? ah sí, estaba ordenando los altillos del cuarto rosa... (si porque del azul, mejor no hablar, agobia sólo pensarlo, con deciros que hasta me dicen que tengo el síndrome ese de guardarlo todo y no tirar nada en potencia) pues eso mismo: "estaba"; ya os contaré lo que he encontrado dentro.

System Error

 Y llega ese día. En el fondo lo esperabas, porque siempre estás a la espera, con la intriga de que suceda. Y es más, sabes que sucederá en el momento más inoportuno, con la situación más delicada, cuando más falta te haga... 
 Y de pronto, pasa: le das a un botón esperas y sucede: pantallazo azul con el demoledor 'System Error in hardware or software'. 
 Esa frase tiene delito. A ver, el bicho artificial éste sabe perfectamente dónde está el error o si no, no te lo daría. Aclárate, ¿es un error de software o es de hardware?, o lo que es más importante ¿qué necesidad tienes de andar mareando más la perdiz si con el fastidio que supone no acceder a donde se debería ya me estás fastidiando un poquito bastante?. Porque no es lo mismo que sea un error de un programa, o un virus o simulacro parecido que le haya apetecido fastidiarte un rato, a que te diga que es de hardware y se haya quemado algún fusible por ahí dentro o el chip de turno se haya vuelto majara y el técnico te cobre lo que te cuesta comprar otro chisme.
Mi miniportatil... y la garantía.
 Para quien todavía no se haya dado cuenta, estoy hablando de mi miniportátil, que yo no sé si será el nombre que se les da oficial u oficiosamente, pero yo lo llamo así: mi miniportátil. Ese que todavía es más pequeño que el portátil que era más manejable que la torre, y tiene su sistema operativo windows, su miniratón, su wifi y la posibilidad de llevarlo donde te venga en gana. 
 Y es que con la moda esta de llevar los bolsos que parece que vas a la playa, no es que saques del bolso el típico pintalabios, el paquete de kleenex, las llaves, la cartera, los chicles, la agenda, el boli, las aspirinas, (un tampax), la puñetera BB, las juanolas... y ya lo que faltaba: hasta sacas el miniportátil
 Y el pobre está ya saturao porque le has dado un ajetreo durante este año pasado... Aparte de venga instalar cosas, llenarle el escritorio, un jaleo de carpetas de esto de: aquí no hay quien encuentre nada (fotos1, fotos2, fotos-no) y llegan las 12 de la noche y una ya debería estar en la cama, pero NO: le da por reiniciarlo porque esto se bloquea un tanto. Y ese día, viendo la primavera ya cercana, parece que ha decidido que ya no puede más (como Camilo Sesto) y se niega a volver a mostrarte tu pequeño cajón desastre. Pero ¡cómo lo vas a llevar al técnico con la de cosas que tienes ahí dentro...! (que me río yo de la confidencialidad del asunto, que una sabe muchas cosas)
 Así que tras varios intentos de reanimación varios y una con un paquete de tabaco menos decides que si la vida así lo ha querido por algo será: Alt+F10 o lo que es lo mismo, volver a su estado original (todo portátil guada dentro una copia imagen de fábrica, para los que no lo sepan, que no os engañe el técnico porque al final es tan sencillo como darle a esas dos teclas)
 Así que tengo el escritorio vacío de nuevo... y las fotos y demás documentos, seguirán siendo un misterio para el resto. Lo que me extraña es que no haya sucedido en miércoles...

Langostas!!!

 Langostas. No me estoy refiriendo al bicho (por qué se llamarán igual una cosa tan fea con alas... y una cosa tan fea con pinzas), me estoy refiriendo al marisco, al que se come: al horno o a la plancha; a la vinagreta o al caviar, al whisky o al mojo de ajo; incluso las hay al chocolate... o sencillamente a la thermidor (que no thermomix, que hay que ser un poco cutre para usar una thermomix para preparar una langosta, la verdad sea dicha).
Sencillamente... es muy simple, la langosta a la thermidor. Sólo requiere de: una langosta (mejor dos) y...
  • 1 cucharadita de estagon en vinagre
  • 1 cebollita cambray
  • 10 gramos de pimienta
  • 2 decilitros de vino blanco seco
  • 3 decilitros de leche
  • 1 decilitro de crema
  • 1 cucharada de mostaza
  • 75 gramos de gruyere rallado
  • 2 cucharadas de harina
  • 75 gramos de mantequilla
  • 1 cebolla
  • 1 zanahoria
  • 1 ramillete de hierbas aromáticas ( tomillo,laurel u perejil)
  • 2 decilitros de vinagre
  • 1 decilitro de coñac
  • Sal gruesa
  • Sal y pimienta
Y ya cuando acabas de recopilarlo todo seguro que te das cuenta que las langostas ya se han escapado cocina adelante huyendo de la quema; e incluso han podido llegar a la costa.
 Y no, no es que vaya a comer precisamente hoy langosta, o que sea muy habitual en casa semejante exquisitez y te hayas cansado de hacerla como siempre (una leche, yo si como langosta al menos que me inviten fuera; aunque que sepáis que en el siglo XIX en Norteamérica era considerada comida de pobres);es que acabo de leer que tienen la sangre azul y ya me ha entrado la curiosidad de averiguar el dato... ¿En serio? no me lo creo... traedme una langosta, que vamos a comprobarlo, que no viene en la Wikipedia (y una botella de champán rosado ya de paso).