Piporreando...

 Me apetece comer pipas. Sí, es un antojo que tengo, por qué no. En realidad las pipas no alimentan, ni quitan el hambre, yo creo que es más bien una forma de mantener la boca y las manos ocupadas a la vez (qué inquieta es la vida humana). Además empiezas a comer pipas y ya no paras, es un acto ya repetitivo-compulsivo.
 Mis favoritas son las pipas Facundo, éstas que ya llamas "las de toda la vida". Porque quién no conoce esas pipas... Y no es que esté ensimismada por la marca, ni me deje influenciar: es que no sé "cómo hacen" esas pipas, pero no saben igual.. y las otras que te venden, tampoco son tan largas ¿Será cosa de los girasoles? planta curiosa donde las haya, siempre siguiendo al sol (un día 'cogí prestado' un girasol de un campo -es que decir "robar" suena bastante mal- y no veáis lo que pesa la flor; en pocas palabras: que rompió el jarrón de cristal).
 Además era algo que siempre comprabas de pequeña con la paga de los domingos: el chicle, las gominolas y la bolsa de pipas, ya que, aparte del chicle, era lo que más duraba. Y por entonces venían en bolsa de plástico, y la abrías de un 'dentellazo'; no te parabas con las manos a abrir la bolsa, ni mucho menos a buscar unas tijeras, porque lo suyo era comérselas en la calle, sentados en un banco o en el bordillo de la acera (el lugar era lo de menos). Es que no sé qué manía les ha entrado ahora por vender las cosas en envases metalizados, si a nosotros nunca nos ha pasado nada... ¡Con lo manejables que eran las bolsas de plástico!. Y sí, claro, las de ahora ya sí las abres con las manos (corres riesgo de quedarte sin dentadura como intentes lo contrario).
 Y yo no sé si os acordáis del momento en que te dejaron comer pipas por primera vez, porque claro eso era algo prohibitivo por si te atragantabas. Y veías a tus padres comer pipas y tú también querías. Así que tu padre o madre tenía la doble tarea de pelar una pipa para sí y otra para ti: y tú tan feliz, te tomabas eso, pero tampoco le veías la gracia a la semillita en cuestión. Yo creo que más bien cuando le pedíamos pelarnos las pipas a nuestros padres era por tenerlos 'engorrosamente' ocupados (las malicias infantiles también existen, no es todo inocencia, no)
 Luego llega un momento en que ya supongo que el engorro es tal que intentan que tú aprendas, y claro, al principio intentas lo más fácil: meterse la pipa en la boca y masticarla y sea dios lo que quiera como salga. Y claro, acabas perfeccionando la técnica: la técnica de escupir cáscaras. Y sí, bueno, ya la pipa te sabe algo más salada, pero tampoco le ves su particular gracia. Eso es como cuando intentas aprender a hacer pompas con el chicle y la mitad de las veces acaba para desconsuelo propio, el chicle en el suelo... (lo prometo, jamás he cogido un chicle del suelo; bueno vale, sólo una vez que no me miraban).
 Al final acabas aprendiendo a sujetarlas con la mano y dar con el 'click' de la cuestión (cuestión de dientes). Y ya te vicias. Es como lo de tener el cigarro en la mano, pero más sano. Y de pronto te salía un palito en la bolsa y.. ¡oh dichoso palo!, no le ponías una queja al servicio de atención al cliente por aquello. Te parecía un premio (al igual que el cromo de rigor en la bolsa de patatas) y además sabías que podías pedir un deseo. Si partía el palito y salía blanco se cumplía; negro, nada (tranquilos, que siempre salía blanco).
 Y todo esto a que hoy me comentaba un amigo que en lugar de pasárselo pipa, se lo iba a pasar teta... Pues yo me voy a pasar a las pipas (de tetas mejor no hablamos).

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