La llave de Navidad

 Siempre tengo dicho que las navidades sólo se viven plenamente en dos etapas de tu vida: una en tu infancia, cuando aún crees en la magia de los Reyes Magos (esa termina cuando te descubren el pastel, ya se fastidiaron las navidades y al que lanza caramelos ya hasta lo miras mal) y la otra cuando a ti te toca hacer de Reyes Magos, es decir: cuando tienes hijos, y en cierto modo tienes que hacer 'el paripé' para que ellos no pierdan su magia: todo el mundo tiene derecho a tener al menos una vez en su vida su momento de magia
 Yo no he tenido hijos (si salto ahora el "de momento" igual alguno se me asusta) pero sí he tenido padres.Y a estos padres la hija que les tocó en gracia era un tanto peculiar (más rara que un perro verde, que diría uno que yo me sé)
 Cierto año la llevaron a presenciar el recibimiento que hacía el alcalde de la ciudad a sus gloriosas Majestades para hacerles entrega de la llave de la ciudad, esa que permitía abrir todas las puertas de todas partes (bueno de todas partes no:sólo de mi ciudad; ojo, aquí que se preocupe en cada una su propio alcalde). Y una, al ver el tamaño de aquella llave (para que fuera visible por toda la chiquillería junto a padres allí reunidos en plena calle imaginaros las proporciones que debía tener la llave) enseguida fruncí el cejo (mi típica cara de miércoles) porque aquello NO ENCAJABA. 
 Que fueran Reyes sí, Magos también... pero eso de que esa llave abriese la puerta de mi casa, eso si que no colaba. Que no, que no... que eso no entra en mi cerradura, eso está claro. Además se la ha tenido que dar el alcalde, así que esa llave no era mágica.
 ¡Qué dilema madre mía! que yo estaba segura que ese año me quedaba sin regalos. Así que nada a pensar la solución al canto: resulta que en mi calle, como eso ya lo sabían sus Majestades, no iban a tener más remedio que venir  en sus carrozas tipo grúa elevadoras, y dejarme los regalos en el balcón que da al salón: era la única forma de poderle darle solución. ¿Y sabéis algo? que fui yo la que les dio la solución a mis pobres y sufridos padres. Asi que desde entonces, mis cajas de regalos siempre han estado en el balcón, haga frío, lluvia, marea, viento o tempestades.

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