Mi Dina-sauria

 Siempre quise tener un perro, pero nunca me dejaron (bueno en realidad si me hubieran dejado yo por mi formaba todo un zoológico en casa, acordaros que yo iba para veterinaria). Todos los años insistía con la misma idea del perro pero nada. Y hasta envidiaba a aquella amiga que contaba que sus padres le dijeron: qué quieres tener, un hermanito o un perro....... y al final tuvo perro.
 Yo al final - o al principio, según se mire la historia- tuve tortuga (porque me la regalaron a escondidas si no tampoco). La pobre tortuga, reptil como ella misma en sus orígenes (tortuga galápago, conocida como 'la de las sienes rojas', que es normal se le ponga ese nombre porque su nombre es otro de esos impronunciables) la crié de tal forma que al final adquirió complejo de perro. Y cuando digo que la tortuga tiene complejo de perro la gente me mira raro. No lo comprueban hasta que ven a la tortuga 'en directo' (a nadie le extraña lo del circo de pulgas amaestradas pero hablar de tortugas amaestradas ya es otra historia). Y es que a falta de perro pues domesticas al bicho.
 No sabía si era hembra o era macho, pero yo la llamé Dina (sí, por el Dinosaurio mascota de los Picapiedra, además mi padre se llama Pedro....).
 Estuve 14 años en la intriga del género sexual del animal, porque como comprenderéis, en una tortuga eso tiene tela, porque todas tienen rabo, sea lo que sea. Y te dicen: según las uñas, según el caparazón.... según nada: eso no se sabe. Y digo 14 años, porque fue cuando de pronto nos sorprendió poniendo huevos. Siiiiiiii, puso un huevo, y dos y tres... (como la gallina turuleta).  Y yo en lugar de extrañarme hubiera puesto huevos como por obra y gracia del espíritu santo, me alegré de saber que era hembra: era una preocupación existencial mía desde la infancia, haber 'amariconado' al bicho innecesariamente llamándolo Dina....
 Le dijeron a mi madre en su día al principio de tenerla: tranquila que estos bichos no crecen... ¿Que no crecen? Jaaaaa, hasta que descubrió el jamón, se podría decir. Si porque una un día se le acaba el botecillo de mini-gambas que te venden en la tienda ('gammarus' que se llama, estilo quisquillas pero más pequeñas y secas) y empiezas a experimentar a ver qué le puede gustar de comer. La lechuga resultó que no era lo suyo, pero cuando probé a ponerle jamón...... ¡Si lo tengo dicho, que no conozco todavía a nadie que no le guste el jamón después de haberlo probado!. Y tras el jamón descubrimos que también comía carne y pescado, y encima era sibarita, y lo que más le gustaban eran los langostinos y las gambas (y no los del botecillo precisamente) y fue creciendo, y creciendo... y la 'galapaguera' esta tan cuca que te venden con su palmera y todo, se le queda pequeña. Es más, hasta un día la descubres trepando por las paredes en su intento de huida del recipiente... y tienes que ir adquiriendo recipientes varios conforme pasan los años, y mi madre se sigue acordando del que decía que 'tranquila que no crecen'.... (al final ha acabado en la bañera del cuarto de baño de invitados).
 Y la tortuga no me extraña que haya sobrevivido tantos años en este mundo llamado planeta Tierra, porque se mueve a sus anchas tanto en la tierra como en el agua. Puede dormirse sumergida dentro y yo no sé cómo lo consigue, pero no se ahoga. Sólo le falta tener alas, y ya sería el bicho perfecto.
  La casa se la reconoce de cabo a rabo, y la recorre palmo a palmo. Sabe perfectamente dónde está la terraza, se da allí sus buenos baños de sol toda estirazada, y posteriormente, si hemos cerrado la puerta, se encarama y llama con las patas (anda no, como que se va a quedar ella durmiendo en la calle teniendo casa...). Que sí, que la tengo amaestrada....
 En la actualidad ha dejado de ser mi mascota; ahora ha pasado a ser la mascota de Nimey, mi Yorkshire, porque sí señores, al final conseguí tener perro... Yo tenía miedo de que el perro tomara al bicho como un juguete cuando llegó a casa, y ahí me veis a mí de vuelta al amaestramiento para inculcar a Nimey el amor y respeto a este tan peculiar animal, y ahora se ha vuelto en su guardiana particular: como intentes coger al bicho te ladra. Pendiente todo el día de la tortuga está, y Dina pasa del perro olímpicamente, bueno en el fondo le da igual, sabe que ella es más dueña de la casa que el perro, porque si Dina hablara.... es lo único que le falta aparte de las alas.

2 comentarios:

Ana María Muñoz dijo...

Has de hacer testamento que ya sabes que Dina, pasará tres generaciones con la familia(entre 150 y 200 años).No conozco geriátricos para tortugas pero deberías pensar en su futuro aunque dé pena.Pero.. si le dás jamón...a lo mejor el colesterol le sube y... ¿quién sabe?.Eso sí,ella juega con esa baza de pensar...cuando "casque" la vieja (osea tú dentro de muchos años)...la casa para mí solita.:-)

Mar Morales Cubillo dijo...

Si, ya lo decía mi abuelo: "Ya verás, este bicho va a acabar enterrándonos a todos" A él sí, desde luego, y de eso hace ya unos casi 10 años..... ;)