Viaja conmigo...

 La experiencia de realizar un viaje largo por carretera es toda una experiencia, valga la redundancia. Los que he vivido son de unas nueve horas aproximadas (pongámosle diez entre una y otra parada). Prácticamente de punta a punta del mapa: de norte a sur, de sur a norte y de puente a puente porque me lleva la corriente. 
Ante estos recorridos alcalinos -de larga duración- tienes dos opciones: o perder todo el día o perder toda la noche: no te queda otra. 
- Ventajas de ir de día: que cuando llegas cenas y ya directamente te vas a la cama (si es que logras volver a recuperar la posición horizontal después de llegar hecha un cuatro) 
- Inconvenientes: tráfico, caravanas, sol cegador de frente y un calor-bochorno pasado el mediodía asfixiante; a lo que se suma estos últimos años que el perro se vuelve más 'porculero'.  
 Así que al final optamos por realizar el viaje de noche, a pesar del inconveniente que supone el riesgo de dar una cabezada; porque por mucha siesta que eches, el cansancio físico y visual se hace más que evidente. 
 Cualquiera al leer esto diría que soy yo la que conduce. Firme y rotundamente NO. Siempre he asumido el papel de Copiloto Oficial. No es por mi sentido de la orientación ni mucho menos, de poca ayuda serviría en un enjambre de carreteras (catástrofe total, da igual que me den un mapa), pero si que logro y con esmero la labor de entretener al que conduce para que no se duerma al volante. Ojo, que diez horas en un 'aparato' cerrado en el que encima vas atado al asiento, sin escapatoria, conmigo al lado, os aseguro que la cosa tiene su mérito. Lo reconozco, lo tengo asumido: soy una auténtica experta en lo que vulgarmente se conoce como  dar el coñazo
 Te sientas, te abrochas el cinturón... y a los 15 minutos: 
_ "¡Para en la próxima gasolinera, que se me ha olvidao el botellín de agua!" -es importante aclararse la garganta, siguen siendo diez horas al lado del del volante. Te asomas por la ventanilla -porque una no ha hecho ni incorporarse  del asiento- y le gritas antes de que se aleje:  ¡¡Y un Red Bull!! _ ya la cosa promete.
Elemento muy importante en todo viaje: la radio
La enciendo: 
¿Pero, pero, pero... qué clase de emisora es esta que tienes puesta?...¿Se puede saber qué haces con música clásica en el coche? Qué pretendes.... ¿saber cuánta gente va a acudir al funeral?.
 Y empiezas a enredar las emisoras, y no te convence ninguna... y mientras escuchas al de al lado refunfuñando en voz baja: " Ya uno no puede mandar ni en su propio coche, manda huevos...". 
 Haces oídos sordos al comentario y al final te paras en una que en ese momento está dando una canción que conoces y además te gusta. Es entonces cuando comienza el 'momento cante'. Sí, ese que ni siquiera haces en la ducha de casa (por mucho que la gente diga que canta en la ducha dudo mucho que alguien lo haga, que todo el mundo sabemos lo buen conductoras del sonido que son las tuberías); pero en el coche ya es otra historia: no hay vecinos, la acústica es un tanto peculiar, no te va a escuchar nadie, ni siquiera tú misma -por el sonido del motor- y comienzas la serenata. Hay un momento en el que incluso descubres el lado religioso de tu compañero al lado: lo ves casi llorando. Y no es que una cante como los ángeles sino que lo sorprendes rezando: "Por favor que la siguiente no sea Whitney Houston cantando la del Guardaespaldas....". Hubo suerte: la siguiente fue la de Titanic.  Así que cuando escuchas: "¡No me extraña que se hundiera el barco!ya definitivamente te callas.
 Pasamos al Plan B -acordaros que el objetivo todo el rato no es otro más que sencillamente que aquí no pegue ojo nadie- y saco del bolso un CD. El otro que se percata lo mira de reojo (lo siento, no vas a ver nada porque lo acabo de grabar la tarde anterior...). Lo pongo, le doy al play... -tinonino,tinonino- y comienza a sonar la sintonía de un programa de radio para mí bastante familiar en mis noches de insomnio (para el resto no lo sé) y una voz grave anunciando: "Milenio 3 en la cadena SER, con Iker Jiménez". Golpe de efecto total. El de al lado me mira sin decir nada, y yo haciéndome la despistada porque sé lo que va a venir a continuación: la voz del ya mencionado Iker anunciando alegremente: "Buenas madrugadas queridos oyentes, bienvenidos a la nave del misterio... En esta ocasión vamos a tratar un tema que muchos de vosotros conoceréis: LA APARECIDA DE LA CURVA".
 A ver ¿Me aseguré o no me aseguré de que no se durmiera nadie esa noche al volante? Al final íbamos viendo aparecidas por todas partes...

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