Mi mundo por un globo

 
Mi mundo por un globo.
 Nimey adora los globos. Se olvida del mundo cada vez que ve un globo.
 Una de las primeras palabras que aprendió a reconocer:"GLOBO". Es escucharla y se produce la transformación: se olvida de lo que estaba haciendo, comiendo, jugando o escondiendo. Se acerca presurosa, se para a escasos centímetros, gira la cabeza a un lado en ese gesto suyo tan entre intriga e 'interrogancia', y te observa fijamente con esas canicas negras que tiene por ojos.
 Más vale que realmente exista tal globo, porque como no lo tengas en tu poder, estás perdido: no se le va a olvidar el resto de la jornada, y es más, se tomará su particular venganza en forma de: "Nimey noooooo, ahí no se haceee!!!" (a buen entendedor pocas palabras bastan).
 Es por este motivo que en mi cocina, si abres el primer armarito del estante, entre los botes de nocilla, nutella, la crema de cacahuete y la caja de chocolates (y las cajas de ibuprófeno, naproxeno sódico, y el ácido acetilsalicílico, ¡ah! y el omeprazol, el bicarbonato y la sal de frutas, se me olvidaban...) te encuentras siempre con una bolsa de globos de colores.
 

Suele tener preferencia por los verdes, pero en eso no es etiquetosa, con tal de que sea un globo. Espera paciente a que se lo infles -incluso se relame imaginando el instante- y una vez ya hinchado se para el mundo, el tiempo no existe, ni tampoco el resto (ladrón, no leas esto)
 Ha aprendido a lanzárselo ella sola, a que tiene que cogerlo por el nudo para que no explote y a que cuando esto sucede, es normal que desaparezca.

 Al principio el concepto de: ¡Pummm!!, y ya no hay globo, no lo asimilaba. Empezaba a dar mil vueltas buscándolo, como si el globo hubiera traspasado a una dimensión paralela y le hubieran dejado una porquería de plástico a cambio; así es de injusta la vida a veces, Nimey, qué vamos a hacerle... También aprendió a poner mirada de cordero degollado para poder conseguir otro globo.
 A veces te animas a jugar con ella, y te acuerdas de aquella canción que te cantaban de pequeña: "Un globo, dos globos, tres glooobos; la luna es un globo que se me escapó". Y se la cantas mientras le lanzas el globo a lo alto y ella intenta de un salto darle con el hocico hasta volver a elevarlo, y así hasta que ¡¡Pum!!! desaparece en lo infinito de 'algo'.
 Cierto día, ya de noche, uno de esos días que tienes raro, melancólico... de esos que te dan por recordar y en realidad no estás pensando en nada, de pronto ves a la perrita que viene a tumbarse a tu lado en el sofá.Te quedas mirando y sin más se te ocurre decirle: "Nimey, tráeme la luna". Y ante tu sorpresa, da un salto, sale corriendo pasillo adelante y vuelve al minuto con un globo blanco. 

1 comentario:

ana torrents zaforteza dijo...

Que cosa más bonita,que maravilla.