04:18

 Abres los ojos, y ves en la mesita la BlackBerry con un gran reloj digital en la pantalla iluminado, recordándote que, una vez más, te has despertado a las 4 de la mañana. En esta ocasión para ser más exactos, las 04:18. 
 No puede ser -piensas- Si he tenido un sueño de lo más largo.
 Es lo que tienen los sueños, que no entienden de horas, ni están sujetos al concepto de tiempo y vuelan libres mientras tú duermes. Y hacen de las suyas, unas veces para bien y otras no tanto.
 Una cosa es segura, os lo garantizo: si tienes sed nunca encontrarás agua. De pronto hay un montón de obstáculos para obtener el preciado tesoro. 
 Pero no importa y empiezas toda una aventura onírica en la que te da igual el riesgo, como si el objetivo se tratara de la mismísima fuente de la vida y eterna juventud. 
 Y de pronto hay escaleras imposibles, rampas de toda clase, gente que te impide avanzar, individuos de lo más raro hayas visto nunca. Te das cuenta que has perdido las llaves de casa, pero no importa, no retrocedes a buscarlas. Avanzas, y también te das cuenta que uno de esos individuos raros te ha robado el móvil y lo único que piensas es: joe, que costó más de 200 euros (ni siquiera te importa la agenda de contactos)
 Pero sigues teniendo sed y eso te lleva a seguir hasta que entonces lo ves: al final de la tortuosa ruta que has estado siguiendo está lo que ya temías en el fondo desde el principio: el insalvable precipicio, ese en el que sabes que si fallas el salto, ya ni siquiera vas a poder contar el sueño...
 Y abres los ojos y son las 04:18 de la madrugada, y te levantas a por un vaso de agua, o dos, o tres, o la jarra entera si hace falta.

No hay comentarios: